Vaya Juan, esta vez sí que han puesto lo que podía decirse ‘todo el morro en el asador’. Iba a decir que lo lamento porque son los tuyos, pero la osadía me ha parecido tan extrema que, inicialmente, creía que se trataba de una broma. Juan mira con su habitual ‘soslayo’ intuyendo que lo que va a escuchar no es de su agrado, y se refugia en el lugar donde pone los bloody mary.

Vamos a ver Juan, es que no te ha llegado la notita del vicepresidente del Gobierno de la Ciudad; él elude la cuestión meneando la cabeza sabedor de que se la voy a repetir palabra por palabra. Esto no tiene desperdicio, es el no va más del ‘cortijerismo’ trasnochado, apunto para señalar la cuestión. Quizás a este señor le guste pensar que Ceuta es suya, y que, por lo tanto, puede hacer de su capa un sayo y arramplar con fondo y formas el quehacer democrático.

Mira Juan, que se lo haga a los de su partido es, al fin y al cabo, su propio problema; el de aquellos que masoquistas (políticamente hablando que de lo otro no sé) prefieren la ‘mano dura’: allá ellos. Pero trasladarlo a todo el territorio ceutí a través de una institución bipolar que lo maneja todo, es una pasada que supera los más elementales límites de la estética (la ética la guardan para el púlpito y para, a través de la moral, hacerse sentir culpables a las gentes).

Sí Juan, de la estética (que no de la plástica como pretenden confundir), de ese ejercicio que asume las circunstancias con elegancia, en busca de una belleza global que nos permite vivir sintiéndonos personas, creadores de nuestras vidas y artífices de lo inimaginable, lo que no pueden acotar. ¡¡¡Vale!!! me ha pasado de filosófico, pero lo mínimo que pide uno ya es que no le insulten con la estúpida venganza de los simples, o de estos malos de andar por casa que te miran a la cara y sólo ven intereses.

Tu vicepresidente, Juan, le escribió -y firmó- a un ‘gorrilla’ (utilizaremos el término nacional) para que “pueda realizar en la vía pública la vigilancia de vehículos, ya que con esta actividad recibirá las propinas que los propietarios de los mencionados vehículos que por voluntad consideren oportuno” (sic); sííííííí, así con errata y todo. Juan toma el color del Bloody Mary y agacha los ojos inicialmente, pero por un momento esboza una tenue sonrisa que se acaba cuando le confirmo que no es broma lo expuesto.

“Este es mi cortijo y aquí mando yo” debió acompañar como orden a la nota para que los agentes, a los que iba dirigida la misiva, no se desternillasen. Pero esto no es de risa Juan, es tétrico que a una persona de la relevancia política del vicepresidente de la Asamblea le asomen este tipo de actitudes. No es ya por el ‘gorrilla’ que andaba buscándose la vida y que, seguramente lo necesita, es porque rompemos las reglas de juego sin el más mínimo escrúpulo, a pecho descubierto, chasqueando los dedos con chulería y pensando que no va a pasar nada.

Ponme otro Bloody Mary Juan, porque se están riendo de nosotros y miramos para otro lado. Mientras, formamos parte de su ‘cortijada’, pero sabes lo que se me viene a la cabeza tras este oprobio colectivo, aquello de Steven Wright que decía “no puedes tenerlo todo... ¿dónde lo meterías?” Ojo al parche.