Hace tiempo que me propuse dejar de opinar sobre temas religiosos y sobre el Vaticano. Primero por un concepto casi sacralizado de respeto a la libertad individual -y, por tanto, religiosa- de mis escasos y posibles lectores. Y segundo porque debo ser el único ser humano que conozco que no echa de más a Benedicto XVI.

Y soy de Benedicto porque me gusta la gente con salero. Este Ratzinger está demostrando un finísimo, retorcido y casi maquiavélico sentido del humor. Con la que cae en todo el mundo, y ahora nos dedicamos a reinventar el infierno y el purgatorio. Que arte, Santidad.

Ahora resulta que consumir drogas, contaminar y tener dinero es pecado. Lo de los estupefacientes es un pecado con penitencia, un suicidio, un infierno en vida. A los drogadictos y sus familias no les hace falta morir para bajar al peor de los avernos. Lo saben muchos de los sacerdotes que, fieles al evangelio, trabajan con los más desfavorecidos. Por cierto, ¿es también pecado vender o sólo caer en las redes de esa maldita lacra?.

Lo de la contaminación nos deja al descubierto la vena roja de Ratzinger. Ha sido recapacitar la curia vaticana, pensar que de seguir así dentro de cincuenta años tendremos pingüinos dando vueltas por el Sáhara y salir Cristina Narbona a felicitarse en público. Igual ahora resulta que tenemos a un admirador de Chico Mendes en San Pedro y que el primo de Rajoy será quien arda en el infierno. Por cierto: entre niñas y primos, el presidente del PP no gana para chistes. Menos mal, me consta, que el gallego tiene buen sentido del humor. Y lo de la ministra es igualmente grande. Darle una bofetada, aunque sea con mano vaticana, al enemigo nunca está de mas. Lo que el CO2 ha unido para siempre, que no lo separe la COPE. Y lo del dinero ya es para revolcarse. Es para partirse el pecho si se conoce, por ejemplo, lo del Banco Ambrosiano .Y yo me pregunto: ¿será menos pecado tener dinero si se es generoso con la contribución?. Si el dinero es pecado ¿por qué no renuncia la Conferencia Episcopal a la casilla de la declaración de la Renta?. La Iglesia no pierde adeptos porque la gente no tenga conciencia. La Iglesia pierde adeptos porque no ha sabido evolucionar en determinados aspectos. Y ojo: cuando hablo de Iglesia, me refiero a la cúpula vaticana. El hombre occidental tiene problemas, y, en efecto, una falta de valores, no se si espirituales o éticos. Pero una cosa es predicar, y otra dar trigo, y con el tirón de orejas no se conseguirá revitalizar a una sociedad que sacrifica la infancia de miles de niños para fabricar caras prendas deportivas. Hablar del pecado del dinero cuando uno viaja en avión privado y mira al mundo desde encima de la columnata de Bernini es, como mínimo y por decirlo suavemente, incoherente. El dinero no es en mi opinión pecado, si se consigue trabajando con esfuerzo, honradez e integridad. Y esos, los valores del esfuerzo, los de la mirada clara, los de la sensación de poder caminar por la vida con la cabeza alta y dormir de un tirón sin que te asalten remordimientos, son los que hay que propagar, Santidad. En definitiva, los de pasar por aquí fastidiando lo menos posible al personal. Y un par de preguntas, por cierto: ¿es pecado cobijar a terroristas? ¿Lo es toquetear a menores?. Un abrazo, Santidad.