Definitivamente, matar en España resulta barato. Muy barato cuando alguien que se lleva por delante la vida de veinticinco personas ni siquiera purga un año por cada cadáver y luego puede ir a vivir a su casa, en la misma barriada en la que viven algunas de las personas cuya vida se convirtió en tragedia en cuanto el innombrable se cruzó por su camino. En la antigua Rumanía, hubo un fulano que disfrutaba decorando su jardín con sus víctimas empaladas. Se llamaba Vlad Tepes, y la leyenda le convirtió en el Conde Drácula.

Como si del tremendo vámpiro se tratase, el innombrable abrirá su portal, su casa, se tumbará en su sofá y, tras respirar el hedor de la impotencia que genera su actividad vital, abrirá una cerveza y toda su preocupación será que pelicula dan esta noche. Mientras, en su misma calle habrá gente atemorizada ante el simple hecho de comprar el pan o tirar la basura a la misma hora que el susodicho. Qué grande es nuestra democracia, válgame Dios.

Pero si lamentable me parece esto, más aún me lo parece la actitud de la clase política. Me recuerdan a un gráfico ejemplo que hace poco ponía hablando de las audiencias uno de los tipos que más saben de televisión en este país, Manuel Villanueva. Se quejaba de que, a toro pasado, cuando una serie o un documental no funciona, siempre aparece el listo que lo sabía. Y los comparaba con aquel quinielista de los lunes que tenía meridianamente claro que Osasuna iba a ganar en el Nou Camp. Eso sí, en su boleto, que por supuesto no muestra, seguro que puso el uno.

Ahora, Fernández de la Vega dice que a todos nos indigna la salida del innombrable, pero que la ley hay que respetarla. Ahora, María Dolores de Cospedal -que por cierto perteneció a la cúpula de Interior- se descuelga pidiendo un cambio legal. Pues ustedes mismas, señorías.

PSOE y PP, PP y PSOE son los dos partidos que han gobernado este país desde hace veinticinco años, y son los dos partidos que van a seguir haciéndolo alternativamente durante las próximas generaciones, salvo sorpresón mayúsculo. PP y PSOE, PSOE y PP tienen los votos de más de veinte millones de españoles, que el pasado nueve de marzo configuraron el parlamento más bipolar de nuestra democracia y de nuestro entorno europeo. El mensaje fue claro: gobierne Rajoy o Zapatero, Chacón o Cospedal -al tiempo- queremos que demuestren la talla de estado que se les presupone y que cambien, si es preciso, la legislación. No sólo son los principales jugadores: también tienen la potestad de cambiar el reglamento. Mientras que ustedes sigan tirándose los trastos a la cara, no se quejen. No lo hagan porque ambos han tenido responsabilidades de Gobierno, y no tengan miedo a dar sensación de debilidad por pactar con el adversario. Los españoles de a pie votaremos a uno o a otro, pero nos sentiremos más reconfortados si vemos que ambos caminan en la misma dirección en asuntos como este. Y, sinceramente, no me importaría llegar a confundir derechas con izquierdas -más- si ello conllevara que los valientes del pasamontañas, los violadores y los pederastas se pudrieran el resto de sus vidas entre rejas. España es algo más que un grito de apoyo a La Roja. Hoy es una nación indignada y que espera de sus políticos algo más que palabras.

PD: Recientemente se subastó una cristalería debajo de la casa de Pilar Elías, que adquirió la mujer de otro etarra. ¿Tan elevada era la cantidad que ni la AVT ni los partidos políticos pudieron pujar por ella para evitar otro monumento a la humillación?.