- El histórico líder de la derecha española, el rey de los contratos basura, el que afirmó contundentemente que en Iraq había armas de destrucción masiva y que España debía apoyar la masacre.

El Presidente de honor del Partido Popular, José María Aznar, aquel al que nadie tiene que decir las copas de vino que debe beberse antes de coger el coche, ha vuelto a la palestra informativa (¿acaso se fue alguna vez?) tras unas declaraciones en las que se mostraba crítico con el Gobierno de su elegido Mariano Rajoy. Muchos hablan de que va a volver. Otros dicen que hizo mal en criticar públicamente a sus compañeros de filas. Yo voy a centrar mi crítica en una de las cosas que dijo.

Aznar ha afirmado que el Gobierno debería iniciar una reforma fiscal dado el “castigo al que se está sometiendo a las clases medias”. Vamos, que ha hablado de bajar los impuestos. Dicho así, es obvio que busca el apoyo de esos “castigados” de la clase media. Es evidente que si quieres llevar a cabo políticas contra las mayorías sociales debes maquillarlas para que parezcan lo contrario. Decir que estás a favor de bajar o subir los impuestos sin especificar a quién ni qué impuestos es un ejercicio de manipulación política. Eso es lo que hace el ex Presidente. Si las políticas de Rajoy son de por sí profundamente antisociales, lo que propone Aznar es endurecerlas aún más. Al lado de Aznar, Rajoy es un blando.

Lo que más afecta a la calidad de vida de las mayorías no son los impuestos (que también), sino los recortes sociales a los que Aznar no hace referencia. Si el Gobierno está recortando porque dice que no hay pasta, ¿se imaginan ustedes lo que implicaría bajar los impuestos, es decir, ingresar aún menos? Pues más recortes en Educación, Sanidad, pensiones y menos ayudas para los desfavorecidos. Bajar los impuestos, así tal cual, significa, en el idioma de la derecha, bajar los impuestos a los ricos.

En una sociedad diseñada para los ricos, los impuestos sobran. Si quieres ir al médico te lo pagas; si quieres que tu hijo estudie se lo pagas y si no quieres currar hasta que te mueras pues ahorra unos milloncetes que te permitan pegarte tus últimos años jugando al golf. Los ricos nunca quieren pagar impuestos porque saben que los impuestos sirven (o deben servir) para corregir las desigualdades sociales y proporcionar derechos básicos que aseguren a los ciudadanos con menos recursos esa dignidad mínima a la que todo ser humano, por el simple hecho de serlo, tiene derecho. Y eso no les gusta.

Yo quiero bajar los impuestos. Y subirlos. Quiero bajárselo a los que no llegan a fin de mes y subirlos a las grandes empresas, al capital. Y en el ámbito de los indirectos, bajar los de los productos de primera necesidad y los que consumen las mayorías sociales. Decir esto sí es honesto, independientemente de que el lector esté o no de acuerdo conmigo. Aznar, en cambio, habla en términos generales, sin concretar, y engaña al ciudadano. Bajar impuestos es un “alivio” fiscal y subirlos es un “esfuerzo”. Y todos preferimos el alivio al esfuerzo. Así se manipula a la opinión pública.

Si los impuestos son percibidos entre gran parte de la clase trabajadora como algo negativo es, aparte de por la manipulación de una clase privilegiada que hace pasar por generales sus problemas y sus beneficios, por lo poco que muchos notan el fruto de ese pago de impuestos. Si los impuestos del salario directo se destinasen de verdad a cubrir necesidades y mejorar el Estado de bienestar, es decir, a proporcionar lo que se conoce como salario indirecto, la gente aportaría encantada su parte. Eso sí, siempre que la fiscalidad fuese realmente progresiva, pagase más el que más tiene y se persiguiese el fraude en lugar de premiarlo a través de amnistías fiscales vergonzosas.