- Lo sorprendente de ver a miembros de Nuevas Generaciones del Partido Popular riéndose de un hombre mayor estafado por las preferentes es, únicamente, que lo hayan hecho de forma descarada, en pleno día y a la vista de todos, con luz y taquígrafos.

Lo que es el hecho en sí, lejos de asombrarme, me parece bastante lógico y coherente. Su partido, desde el Gobierno, se ríe a diario de las capas humildes de la sociedad. No se escapa nadie: estudiantes con pocos recursos, parados, dependientes, obreros... Ellos, el PP y sus cachorros, se consideran la élite, les educaron para eso. Este país, la Ejjjpaña de los toros y la Semana Santa, es su país, y que haya viejos pobres protestando en la puerta de la Audiencia Nacional daña la imagen que deben vender a los compradores.

El Partido Popular, a través de sus políticas, demuestra cada día el profundo desprecio que siente hacia unos ciudadanos que pagan con su miseria la riqueza de aquellos a los que sirve este Gobierno de clase. Sí, vuelvo al concepto “de clase”. Ver a niños pijos, afiliados a un partido fundado por un franquista reírse de un anciano estafado demuestra que la lucha de clases no es algo del pasado, sino una realidad que vivimos diariamente y que se decanta del lado de los ricos. Se ríen en nuestra cara. Lo escribía Íñigo Errejón en twitter: “España: su mejor gente defiende a las familias desahuciadas. Su peor gente se ríe de ancianos estafados. Los segundos tienen el poder político”. Lo que ocurrió en la puerta de la Audiencia Nacional es el reflejo de lo que ocurre en este país: víctimas que sirven de divertimento para los lacayos del poder. Nos mean y dicen que llueve.

Ya en su día, la diputada Andrea Fabra dijo “que se jodan” a los parados. No es la primera vez que la gente del PP nos muestra su verdadera cara. Ni tampoco la última. Un día después del episodio del anciano estafado, aparecía en la red una fotografía del presidente de Nuevas Generaciones de Xàtiva (Valencia), Xesco Sáez, haciendo el saludo fascista. También de Xàtiva era Jorge Roca, el secretario de Deportes de la ejecutiva del PP que se hizo una foto posando con una bandera con símbolos racistas. Parece que en esa zona hay algo que hace que los jóvenes peperos sean más fachas y más idiotas. Es lo que tiene no tener ideología. O mejor dicho, es lo que tiene que tu única ideología sea la búsqueda del beneficio personal, que es lo que promulga el PP, un partido que no es un partido, sino una empresa.

Hablemos claro, nadie se afilia al Partido Popular con la intención de hacer del mundo un lugar mejor o más justo. Eduardo Zaplana dijo que él estaba en política “para forrarse” y los niñatos de Nuevas Generaciones que se ríen de ancianos y posan orgullosos haciendo el saludo romano entran en las filas de la derecha española con la única intención de salir beneficiados de alguna forma. Puede ser acabando de asesor, ganando entre 45.000 o 50.000 euros anuales, como Ángel Carromero o Juan Carlos Caballero, o de diputado, dedicándote a levantar la mano o pulsar un botón cuando tu partido te lo ordene. Un chollo que daría para muchos polos Ralph Lauren o incluso para aportar tu grano de arena en la búsqueda de la cura contra la homosexualidad, algo que le gustaría a Andrea Hermida, militante de NNGG de Vigo, o para hacer una campaña contundente por la ilegalización de los partidos independentistas, el sueño de Ignacio Fuentes (NNGG de Sant Cugat del Vallès). Esta fauna es la que habita entre las Nuevas Generaciones del Partido Popular, unas generaciones que parecen aún más reaccionarias y casposas que sus predecesoras. Que ya es decir.