Porque por mucho que lo niegue mi buen amigo Iván Chaves, y aunque tenga razón a que con las leyes en la mano no es así, en España las elecciones generales se han convertido de facto desde hace años en presidenciales. Seamos sinceros, no votamos a nuestros representantes en el Congreso, votamos al presidente que queremos que lleve las riendas del país durante los próximos cuatro años. Una posición que por el bien de España y los españoles no puede ocupar ZP ni un segundo más.
El presidente de la 'tensión', el de la negociación con ETA, el que ha marginado a España a tratar tan sólo con las más pútridas dictaduras del mundo y ser rechazada como un enfermo de lepra por las grandes potencias, el que quiere convertir los cadáveres asesinados de bebés de siete meses en 'deshechos sanitarios', el que defiende a los ángeles de la muerte del Severo Ochoa, el que ha hundido la economía y la confianza de los españoles hasta los simas más profundas.
ZP, el de la memoria histórica que reabre viejas heridas ya cerradas. ZP, el del adoctrinamiento a los estudiantes por decreto, oculto bajo la máscara de la ciudadanía. ZP, el del dedo en la ceja y el canon indiscriminado.
Por lo tanto la situación es clara. Hay que votar al PP. No es la opción ideal. Mariano Rajoy no es precisamente el mesías del liberalismo bajado de los cielos. La cantidad de inútlies a su alrededor es preocupante, su falta de seguridad en asuntos claves preocupa, pero es lo mejor que tenemos. Es la única opción. El gran problema radica en que si el PP en España no es que esté para tirar cohetes, en Ceuta está directamente para enterrarlo. Un partido en manos de infiltrados izquierdistas ocultos bajo el manto de la gaviota con el único objetivo de seguir arrimados al poder, de aprovecharse de las siglas para su beneficio y no para el interés general. Una formación que ejerce en Ceuta el poder desde hace años con un ideario que haría enorgullecerse a Castro o Chavez.
Sin embargo, como decía anteriormente, el 9 de marzo nos jugamos algo importante. Por eso mi postura es la siguiente. Francisco Antonio González, un histórico del partido que sí estaba ya en las filas populares en los tiempos duros de oposición y que ha defendido siepre el ideario del PP, es una apuesta clara y contundente al Congreso. Nicolás Fernández Cucurull, aunque es cierto que llegó de la mano de Vivas, ha demostrado con su trabajo en el Senado su apuesta decidida por el programa del PP, lo que le ha valido el reconocimiento de los líderes nacionales del partido. Dos opciones claras, dos votos que aunque sin duda serán utilizados de nuevo por los travestis del PP ceutí para clamar su éxito a los cuatro vientos, pueden depositarse en la urna con la conciencia tranquila.
En cambio, Luz Elena Sanín representa precisamente ese PP ceutí que tanto he criticado, ese partido que ha perdido la identidad y el rumbo. Por lo tanto, aquí va mi apuesta. Voto para Francisco Antonio González y Nicolás Fernández Cucurull. Única y exclusivamente. Con la opción restante para el Senado, que cada uno haga lo que quiera. Que vote en blanco, que apueste por otro candidato, que dé la opción al PSPC de defender la conversión en Comunidad Autónoma en la Cámara Alta. Lo que quieran. El 9 de marzo nos jugamos algo importante, pese a Pedro Gordillo y Juan Vivas.