Resuenan los grandilocuentes titulares de muchos periodistas progres, de esos que tanto han odiado siempre a los estadounidenses y que de repente están más ilusionados que si viviesen en Iowa. 'Las elecciones que cambiarán el mundo'. El mundo no sé, pero Estados Unidos seguro que no.
Cuando Obama habla de cambio no crean mis queridos adalidades de la rancia izquierda trasnochada que anuncia la constitución de un sistema de Seguridad Social en los USA, de una conversión acelerada hacia el más lamentable keynessianismo y el estado del bienestar. No, y por una simple razón. Aunque pudiera sufrir la inclinación a tales devaneos, no le iban a dejar. Allí la división de poderes funciona, de verdad, y además el sistema jurídico y legislativo no suele ser impuesto por los políticos, sino que responde a los anhelos de los ciudadanos. Y dudo mucho que a la hora de la verdad ningún estadounidense acepte un buen mordisco en su salario para mantener un sistema sanitario común y universal. El cambio del que habla Obama se refiere a mejorar el marco para que la economía mejore, para que el ciudadano pueda crecer, para que todos puedan trabajar para su mejora personal, primero, y de la sociedad de la que forman parte, después.
En Estados Unidos los políticos se dividen entre de derechas y muy de derechas. Obama puede modificar modos, maneras, y puede que alguna pose. Pero dudo mucho que los Estados Unidos de Obama se conviertan en la España de ZP. Si me equivoco, entonces sí que tenemos un problema de verdad.