Para el que no lo sepa, el hipogrifo es el resultado de un doble cruce. Uno en primer lugar entre un águila y un león, que nos daría el grifo tradicional, y uno segundo de éste con una yegua. De ahí el hipogrifo, un animal de increíble armonía, capaz de volar más alto y rápido que cualquier otro en el mundo.
Hay pocos hipogrifos, algo normal si se tiene en cuenta que el cruce entre ambas especies es bastante extraño, ya que al fin y al cabo los grifos son los principales depredadores de los caballos. Además, su gran valor como montura para héroes y divinidades ha mermado en demasía su número a lo largo de la historia. Quedan pocos, cierto, pero si actuamos a tiempo quizás no sea demasiado tarde para salvarlos. Por eso propongo que el Gobierno de este país se ponga manos a la obra y establezca un fondo de ayuda al hipogrifo.
Todo esto viene a cuenta de que hoy me he enterado de que algún imbécil ha creado una Secretaría de Estado para el Cambio Climático. Y puestos a que tiren el dinero de mis impuestos en fantasías que no existen, a mí los hipogrifos me preocupan bastante más.