Roberto Rodríguez Calderay

¿Harto de austeridad? ¿No te gusta el sistema tal y como está ahora? ¿Quieres cambiar y mejorar las cosas? ¿Te parece injusto este capitalismo? ¿El comunismo no te parece una alternativa? ¿Cual puede ser entonces la solución?

La economía del bien común, el modelo económico alternativo de Christian Felber, ha despertado un enorme interés en todo el mundo. Prueba de ello es que en menos de un año, centenares de ciudadanos, políticos, asociaciones y empresas se han unido a esta iniciativa y no parece que esto vaya a acabar aquí.

Parece que sí, hay algo que funciona más allá del capitalismo y del comunismo. Los partidos que se sujetan como propulsores de la socialdemocracia del S. XXI deberían estar muy atentos y ser pioneros en la inserción de este modelo en su programas políticos.

Empecé leyendo cuales eran sus valores, y cada punto que me disponía a empezar me gustaba más que el anterior, resumiré y enunciaré de una manera muy simple su funcionamiento:

El modelo redefine el éxito económico; desde lo público pretende premiar con ventajas legales a las empresas según cómo cumplen con los siguientes criterios: dignidad humana, solidaridad, sostenibilidad ecológica, justicia social y, por último, participación democrática y transparente. Cada criterio se mide a su vez en relación a los actores que afecta, estos son: proveedores, financiadores, clientes, productos, servicios copropietarios y actores de ámbito social.

Según la puntuación de las empresas, algunas de las ventajas legales que se barajan son las siguientes:

  • Disminución del impuesto sobre el valor añadido (de 0 a 100%)
  • Aranceles más bajos (0 a 1000%).
  • Créditos bancarios con condiciones más favorables.
  • Prioridad en la compra pública y la adjudicación de contratos.
  • Cooperaciones con universidades públicas en investigación.
  • Ayudas directas.

Los productos producidos reflejarían la puntuación, mediante una escala de cinco colores que van desde  0-200 puntos ROJO a 800-1000 puntos VERDE. Esta escala permitiría al consumidor calibrar la compra no sólo por su precio, sino además por su valor ético.

Esta teoría está basada, al igual que una economía de mercado, en empresas privadas e iniciativa individual. Sin embargo, la diferencia con los modelos anteriores estriba en que las empresas no se esfuerzan por competir entre ellas para obtener más beneficio económico, sino que cooperan para conseguir el mayor bien común para la sociedad en su conjunto. ¿Utopía o realidad?

¿El objetivo? Poner freno a la desigualdad social, a la destrucción medioambiental y la pérdida de sentido y democracia que reina en nuestros días.

Si quieres apuntarte al cambio: http://economia-del-bien-comun.org/es

economía bien común