- Mucho se ha escrito y hablado, en los últimos días, respecto al contrato de trabajo suscrito entre el secretario de Política y número tres de la formación “Utopía”, Iñigo Errejón, y la Universidad de Málaga.

Una relación laboral, que establecía expresamente una jornada laboral de 40 horas semanales, prestadas de 8:00 a 16:00 horas de lunes a viernes, en las instalaciones habituales del Departamento de Derecho Financiero, Economía Política y Filosofía del Derecho, bajo la supervisión directa del profesor universitario de Economía Aplicada, Alberto Montero.

Y como del dicho al hecho hay un largo trecho, nuestro joven dirigente populista llevo a cabo las labores encomendadas desde la comodidad de su ciudad de residencia, Madrid, asistiendo tan solo a dos reuniones en el Departamento malagueño dirigido por su amigo y compañero en la dirección de “Utopía”, Alberto Montero. De esta manera compatibilizaba sus labores profesionales, por las que percibía unas retribuciones cercanas a los 2.000€, con sus labores políticas como director de la campaña electoral para las Europeas de la formación de moda.

Hasta aquí nada que objetar, nada que recriminar salvo que, las retribuciones percibidas provenían de fondos públicos detraídos de los Presupuesto Generales de Andalucía, con motivo del convenio de colaboración firmado entre la Universidad de Málaga y la Junta, a través de la Consejería de Fomento y Vivienda dirigida por la dirigente comunista, Elena Cortés. Por cierto, responsable última en la fiscalización de las prestaciones incluidas en el convenio señalado, desarrolladas por los compañeros en la dirección de “Utopía” y amigos, Alberto Montero e Iñigo Errejón.

Aunque, tranquilidad, aquí no ha pasado nada, no ha existido corrupción, ni tan siquiera mala praxis. El mismo que concibió este proyecto, el mismo que creo la plaza a medida de su íntimo amigo, el mismo que lo llamo, el mismo que lo contrato, el mismo que debía fiscalizar el cumplimiento del contrato laboral suscrito, justifica ahora las irregularidades detectadas señalando, que el investigador “doctor en Ciencias Políticas con experiencia en investigación”, un puesto de trabajo a medida del currículo de Errejón, podía desarrollar sus labores desde otro lugar distinto al estipulado. Señoras y señores, la nueva “casta” ya está aquí.