El artículo 16 de la Constitución española, dice que no habrá ninguna religión estatal oficial, nos declara como estado aconfesional. Además de hablarnos de la libertad religiosa y de culto.

Dicho esto, paso a exponer mi más humilde opinión acerca de la visita del Papa a España.

España al igual que el resto del mundo esta sumida en una de las crisis más graves de la historia, comparada en muchos casos a la que se produjese en los años 30.

Durante los 2 o 3 últimos años a la ciudadanía se nos ha pedido austeridad y paciencia, prometiéndonos que saldremos de esta lo más pronto posible.

Se han perdido numerosos puestos de trabajo, se le ha bajado el sueldo al funcionariado y se han congelado las pensiones de los jubilados y las jubiladas de nuestro país.

Se han parado numerosas obras que fomento tenía en proyecto, porque la crisis estaba azotando demasiado fuerte.

En sanidad se ha recortado presupuesto y los gastos que pueda ocasionar la sanidad pública se miran con lupa.

En derechos sociales también nos hemos visto afectados/as en toda esta época. Y bien, ahora los españoles y las españolas nos tenemos que aguantar y ver con ojos de asombro el gasto que ha ocasionado la visita de Benedicto XVI a España. Según el diario público cada minuto del Papa en España ha salido aproximadamente por 13.333 €. Ha estado en nuestro país dos días, así que ajusten la cuenta.

No sólo eso, también la seguridad extrema que se le ha ofrecido a lo largo de estos días. Es lógico que haya que recibirle como lo que es; un jefe de estado, pero no creo que se le tenga que tener en mayor consideración que a cualquier otro jefe de estado del mundo. Ni con nuestro jefe del estado se tiene tanta seguridad como se ha tenido con este Sr.

Se ha vaciado toda una planta del hotel donde paso la noche en Barcelona, para él y para todo su sequito, también se ha dejado vacio toda la planta de un hospital de Barcelona, por si el Papa se sentía indispuesto. Me imagino yo, como deben de sentirse los barceloneses y las barcelonesas cuando han sido conscientes de que la vida del Papa puede valer más que la suya, a pesar de que ellos/as paguen la seguridad social y este hombre no haya soltado ni un solo euro, por los gastos que pudiese ocasionar. A las personas que viven o trabajan por las zonas donde ha pasado el papa móvil, se les ha obligado a identificarse con el DNI para poder salir y entrar, de su propia casa o de su propio trabajo. Los coches desde el viernes no pueden pasar por la zona por donde el Papa ha pasado en el día de hoy. Y un montón de inconvenientes que han tenido que sufrir los ciudadanos y ciudadanas, católicos/as o no.

Encima de todos estos gastos e inconvenientes que ha ocasionado, tiene el valor de decir que España es un país cada vez más laico y anticlerical, como si ser católico/a fuera una obligación y no una opción personal; ha cargado contra el derecho a contraer matrimonio de las personas homosexuales y por supuesto ha cargado contra las mujeres que libremente decidan abortar en nuestro país.

Es muy posible que este texto no lo vaya a leer, pero aún así, planteo una reflexión, no es posible que ese laicismo del que habla Benedicto XVI se deba a que los ciudadanos y las ciudadanas del mundo cada vez creen más en la igualdad de los ciudadanos y las ciudadanas y sean conscientes que la institución de la Iglesia siempre ha ido en contra de esta igualdad y de los derechos de la ciudadanía.

En último lugar, y no por ello menos importante, me gustaría que este artículo no se tomase como una ofensa a ninguna persona que se considere católica, jamás iría contra la libertad religiosa e individual de cada cual. Pero tienen que entender que no todos los españoles y las españolas somos católicos/as, en mi caso soy agnóstica, y no proceso ninguna religión, pero si creo en la igualdad de todas las personas y no creo que a ninguna religión se le deba dar trato favorable sobre otra, puesto que eso es lo que dice nuestra carga magna, y con sus fallos y aciertos la tenemos que acatar, nos gusten algunas cosas o no.