- Según parece, es precisamente ahora cuando todo el mundo ya intuía desde hace tiempo los infinitos asuntos de corrupción que se están destapando.

De ser así, queda claro que a la gran mayoría poco o nada les importaba, pues solo de esa manera se explica que al final siempre se decantara por el voto para aquellos que ahora son enjuiciados. En cualquier caso se supiera o no, la tropelía no deja de tener menos delito.

Es evidente que las cosas que esta ocurriendo están empezando a cambiar el panorama político y aun sin saber muy bien si esto será bueno o malo, dados nuestros antecedentes históricos, la verdad es que eso es ya toda una realidad. Como podemos apreciar, el sistema bipartidista se derrumba por momentos, aquejado por la galopante carcoma de una corrupción generalizada que esta deshaciendo hasta el más profundo de sus cimientos, unos pilares que se sostenían sobre unas estructuras partidistas estatales y autonómicas que han hecho del saqueo generalizado de los recursos patrios, la praxis política por excelencia.

Afortunadamente la sociedad no es tan vulnerable -como en el pasado- a la mentira generalizada y la indignación del ciudadano cada vez se hace mucho más evidente. Las cifras del latrocinio están alcanzando niveles totalmente inasumibles para un país que ya empieza a dar serias y preocupantes muestras de esas fatigas que avisan del colapso previo al infarto, igualmente insoportable incluso para aquellos que hasta no hace mucho se mostraban como simples votantes sumisos, interesados única y exclusivamente en el puro y duro beneficio particular, profundamente insolidario. Pero lo peor de todo es que al final nos tocará pagar los platos rotos a todos, incluidos aquellos que poco o nada han tenido que ver en la merienda, quedando abonado el terreno para aquellos populistas de opereta que con un apoyo mediático inusitado, harán que la factura sea tan descomunal que pase de ser indecente a simplemente impagable.

Quizá la solución pase porque esta clase política representada en los grandes partidos asuma su fracaso y apueste por un nuevo periodo constituyente en la búsqueda de una regeneración integral del sistema, que sanee y depure unas estructuras que a todas luces ya se muestran como anquilosadas e inservibles para los nuevos retos que los tiempos actuales nos ofrecen.

Eso seria lo inteligente, pero, y a los acontecimientos me remito, tengo la sensación de que no es precisamente ese camino por el que quieren transitar aquellos que hoy detentan el poder. Su único objetivo es permanecer en la cúspide, al precio que sea, inventándose justificaciones para sus actos ciertamente infantiles por inverosímiles y surrealistas, sin temor alguno a que estas atenten abiertamente contra la inteligencia mas básica, pues para la casta lo único que interesa de todo esto son sus chanchullos y sus negocios, en definitiva el dinero, aunque ello signifique arrojar al precipicio a toda una nación.

La historia esta ahí para darnos muestra de cuales fueron nuestros errores, pero también para señalarnos el camino para superarlos, cuando no hay lideres en la nación es al pueblo a quien le toca tomar las riendas de su destino, para ello no necesitamos de falsos profetas, gurús o chamanes de tribu, sino a un pueblo decidido que asuma su responsabilidad, marcando directamente las trazas del camino por el que transitar para conseguir un final alternativo al que hoy por hoy nos ofrecen aquellos que nos han llevado a la ruina y que marque el comienzo de una nueva etapa en la que todos y cada uno de nosotros seamos dueños de nuestro destino.