Merece la pena, de verdad. Con esta argumentación al menos ningún ceutí se podrá sentir discriminado en su tierra. Avancemos en la idea positiva que enfrentará distintas formas de concienciar la base ideológica, miremos hacia ambos lados y adivinemos un futuro que se nos presente esperanzador y que lo hagamos con la normalidad especifica de una tierra que por herencia nos tiene acostumbrados a la dicotomía. Ahora llega el momento de unir la rama al tronco, enriquecernos los unos a los otros sin que eso entorpezca las relaciones unilaterales con nosotros mismos Encontraremos obstáculos y nos pondrán zancadillas, sobre todo algunos de los que ahora demuestran afecto sin valorar la capacidad de vinculación del proyecto, sin entender que los caminos se cruzan y se estrechan a la vez que el agua se esconde en las nubes. El echo inevitable que los caminos lleguen al mismo sitio en un futuro ya muy próximo, acrecentara la labor pedagógica de los que dirijan el proyecto, cambiara la formas de situar los contextos, en el mismo momento que vayan cayendo por su propio peso las iniciativas, los nuevos retos y por supuesto los resultados.

Los detractores exprimirán los ya trasnochados golpes de pecho, temiendo la perdida de sus privilegios ancestrales, marcando el paso de los años de dominación católica castrense, y trataran de confundir con prejuicios. Activaran la alarma social, predicaran que todo esto es una argucia, una trama separatista y que el único interés pasara por el cambio de iglesias, por minaretes, desaparición de símbolos, ó, tratando de confundir el termino revolución social por el de imposición laica y terminaran apostando al final por una visión fundamentalista religiosa ó peor todavía tendenciosa, demostrando una realidad tan compleja como el propio ser humano.

Es hora de llamar a las cosas por su nombre, quitarse el complejo, y, porque no, hablar de un verdadero proyecto de izquierdas que englobe las reivindicaciones históricas de un pueblo que ansía el progreso, el bienestar y la igualdad. Sin pasaportes de llegada, sin mirar atrás y que de una vez por todas logremos cambiar la tendencia de falta de apetito reivindicativo de una ciudadanía hastiada de mensajes y consignas aislacionistas, las cuales nos han acostumbrado todas y cada una de las nefastas políticas aplicadas por las multicoloristas y egocéntricas administraciones que han pasado casi de puntillas, caracterizadas por la dejadez y los incumplimientos sistemáticos de los compromisos adquiridos.

Para terminar y haciendo hincapié en las tesis del politólogo estadounidense Robert David Putnam y que podemos aplicar a la actual coyuntura que se nos presenta en nuestra comunidad, tal como nos lo explica “se ha producido un declive en la sociedad, el civismo y la vida política (capital social) de consecuencias negativas. Hay dos clases de capital social: el capital vínculo y el capital puente. El vínculo se da cuando la persona se socializa con otros semejantes: de la misma edad, raza, religión, etc. Pero para crear sociedades pacíficas en un país multiétnico se necesita otra clase de vínculo, el que tiende puentes. Los puentes se tienden cuando se crean lazos con gente distinta”. Putnam afirma que “los que cuentan con ambos tipos de vínculo se fortalecen mutuamente. En consecuencia, el declive del capital enlace inevitablemente produce el declive en el capital puente, lo que desencadena tensiones étnicas y religiosas”.Tomemos buena nota merece la pena, de verdad.