Cuenta una pequeña fábula de Samaniego, escritor español del siglo XVIII, que un perro bebía agua del Nilo al mismo tiempo que corría. Un taimado cocodrilo le decía que bebiese quieto, que era mejor para él. A lo que el perro contestó que, ciertamente, era malo beber y andar pero era peor esperar la mordida del cocodrilo. Ante la respuesta del perro, concluye el reptil con esta afirmación, a modo de moraleja:

 

¡Oh, qué docto perro viejo!

Yo venero tu sentir,

en esto de no seguir

del enemigo el consejo.

Viene esta vieja fábula a colación de la cantidad de consejeros que le han aparecido a Mohamed Alí para advertirle del peligro que supone para sus intereses políticos su alianza electoral con Juan Luís Aróstegui. Generalmente, estos consejeros son escribanos a sueldo del PP, que aparentan mucho interés en el éxito político de Alí pero que, en realidad, no le votarían nunca y a los que realmente importa un bledo el futuro del líder de la UDCE. Más bien, todo lo contrario, disfrutarían con su descalabro político. Para influir, no tanto en el ánimo de Alí como en el de sus partidarios, no dudan en recurrir a cualquier tipo de descalificación personal. Así nos dicen día tras día: “Aróstegui es gafe”; “es un perdedor”; “llevará a Alí al desastre electoral” y otra serie de argumentos pueriles por el estilo, que lo único que ponen de manifiesto es verdadero miedo a que Aróstegui pueda volver a la Asamblea de la mano de Alí, unidos en la coalición Caballas. Me consta que Alí, se ha comprometido en este proyecto político que supone Caballas con verdadera convicción de que el futuro de Ceuta pasa por una alternativa política al régimen de Vivas, construida desde los postulados de la izquierda y sin ningún tipo de connotación racial. Me consta que le importa menos el éxito electoral a corto plazo que la construcción de un espacio de verdadera convivencia basada en la igualdad y el respeto mutuo. Ha apostado decididamente, aún a riesgo de perder, por un proyecto de integración, como contraposición al modelo de segregación que, de manera solapada, se ofrece desde otras formaciones políticas. Pero esta firme convicción de Alí no impide que, día tras día, los cocodrilos que le acechan intenten una y otra vez romper la coalición que ha formado con el PSPC. Recurren a encuestas de dudosa credibilidad; se erigen en portavoces de supuestas mayorías silenciosas; especulan con hipótesis descabelladas y utilizan cualquier medio a su alcance para impedir que este proyecto unitario llegue a materializarse. No mostraron, sin embargo, ninguna inquietud cuando se barajaba la integración del partido de Alí en el PSOE. Eso entraba dentro de lo políticamente correcto. Era integrarse en una oposición domesticada que, con frecuencia, acaba votando lo mismo que el gobierno del PP local, con argumentos tan absurdos como que ellos también han tenido responsabilidades de gobierno. Ahí no había ningún peligro. No estaba Aróstegui, el verdadero enemigo del PP. Era una manera de integrar a Alí en el stablishment. De desactivarlo en el aparato de un partido estatal para el que Ceuta es una “cuestión de Estado”. Por otro lado, me consta también que por parte de Aróstegui, se ha ofrecido a Alí la posibilidad de disolver la coalición en el momento que la UDCE estime que sus intereses o expectativas pudieran verse dañados por su participación en este nuevo proyecto político. No hay ninguna intención de parasitismo ni exigencia de contrapartida electoral por una u otra parte. Hay, por una vez, una verdadera vocación de construir la Ceuta del futuro entre todos, sin distinción de moros ni cristianos. Simplemente como caballas, con independencia de la fe y la raza de cada uno. No me atrevería yo a dar ni medio consejo a Alí, que de todo esto seguro que sabe mucho más que yo, pero puestos a opinar, opino que hace bien en no seguir el consejo de los taimados cocodrilos que intentan clavarle el diente.