Estuvo a punto de ser algo parecido al gol del cojo. El brasileño Marcos Daniel, ortopédicos sus andares, visibles sus dolores, aparatosísimos los vendajes que le sujetan la rodilla izquierda, levanta los brazos entre la ovación del gentío. Acaba de procurarse un punto de break sobre el saque de Rafael Nadal, el número uno del mundo, quizás confundido por la extraña situación, en la primera ronda del
Abierto de Australia. La gente se lo toma casi a broma, aunque no tengan nada de chiste las muecas y los sufrimientos del brasileño, audibles sus quejidos mientras desaprovecha cuatro oportunidades de rotura en ese juego, el primero de Nadal al saque en la segunda manga. El número 93 acaba retirándose sin consuelo: 6-0 y 5-0, con el escasísimo bagaje de solo 12 puntos ganados.
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