- martes 30 abril 2024
Los días 15, 16 y 17 de diciembre de este año se celebrará en la Facultad de Ciencias Políticas de la italiana Universidad de Pavia un encuentro académico internacional que debatirá sobre los territorios fronterizos entre la unión Europea y África.
Un artículo realizado por científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), publicado este mes en «The Obesity Society», abre una nueva vía de investigación para encontrar nuevos tratamientos contra la obesidad, que apuesta por conocer la información genética de cada individuo para poder recomendarle en su caso, la dieta ideal. Los autores de este trabajo, los investigadores de la Red Consorciada Francesc Villarroya, Joan Villarroya y Marta Giralt, explican en su estudio que el ADN juega un papel fundamental en la transferencia de información genética. En concreto, apuntan la posibilidad de que determinadas mutaciones en los genes mitocondriales, los que se heredan de la madre, estén detrás de la aparición de la obesidad en determinadas personas e influir en casos de diabetes y cáncer. Existen dos tipos de ADN: el mitocondrial y el nuclear. El primero se encuentra en las mitocondrias, central de energía de la célula y se hereda únicamente de las madres. El segundo se halla en el centro de las células del cuerpo y se transmite de padres a hijos. El ADN mitocondrial es una fuente genética muy resistente y se encarga de codificar componentes clave para el gasto energético.
Según explica Villarroya, director del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona, «teniendo en cuenta que la obesidad es el resultado de una acumulación excesiva de grasa corporal producida por un desequilibrio en el balance energético, las mutaciones que experimenten los genes mitocondriales podrán contribuir a la aparición de esta afección, además de influir en diabetes y cáncer». «Los cambios que experimentan los genes del ADN mitocondrial están condicionados por la naturaleza del sujeto. Al heredarse por vía materna, las personas emparentadas tienen el mismo ADN mitocondrial, pero si muestran cantidades distintas de ADN mitocondrial en el tejido adiposo, también presentarán discordancias en la obesidad», aseveró.
«El ADN mitocondrial y su cantidad condicionan la respuesta de un individuo a una ingesta de calorías alta. Por ello, la naturaleza y cantidad del ADN mitocondrial influirá decisivamente en la facilidad o complejidad que experimente un sujeto a la hora de quemar el exceso de energía consumida», añadió. «Estudios recientes han demostrado que los genes intervienen en el llamado centro del hambre, en la regulación del peso, en la distribución del tejido graso en diferentes partes del cuerpo, así como en el gasto energético», recordó el investigador.
Además, añadió, «el balance energético de una persona puede estar influenciado, hasta en un 40 por ciento, por su herencia genética, afectando tanto a su apetito como a su metabolismo y composición corporal». Hasta el momento tan sólo se han detectado algunos de los genes implicados en la aparición de la obesidad, ya que es posible que su número supere la cifra de los 25.000.
Un equipo de investigadores de la Agencia Estatal Europea (ESA, por sus siglas en inglés) ha descubierto que Marte elimina metano de su atmósfera a una velocidad 600 veces superior a la estipulada por la ciencia, lo que demuestra que su actividad volcánica "sigue generando una gran cantidad calor que llega hasta su superficie" y refuerza la teoría de quienes apuntan que podría tratarse de un planeta "biológica y geológicamente activo".
Según explicó hoy el organismo, el "misterio" comenzó en diciembre de 2003 cuando la misión 'Mars Express' alcanzó la superficie del Planeta Rojo. Entonces, el Espectómetro Planetario Fourier (PFS) detectó la presencia de metano junto con otros gases cuya existencia "ya preveían", como el monóxido de carbono y el vapor de agua. "Este hallazgo nos impactó mucho porque no lo esperábamos", señaló recientemente el coordinador de la misión, Agustin Chicarro.
Lo "inesperado" del descubrimiento se atribuye a que en la Tierra la mayor parte del gas liberado ha sido a causa de la evolución de la vida biológica, como el que expulsa el ganado al digerir los alimentos, según indicó el equipo. En este sentido, subrayó que, a pesar de que existen otras formas de generar metano, como por efecto de los volcanes, los altos niveles de Marte "sugieren la posibilidad de la existencia de procesos biológicos en el planeta".
Igualmente, explicó que la detección de este gas en la superficie marciana no es un "caso aislado". Así, mientras que la nave de la agencia espacial estaba en ruta, dos equipos de astrónomos independientes observaron señales de metano con la utilización de telescopios terrestres y, tras cinco años de estudio intenso, confirmaron su presencia. En esta línea, el colectivo cree que el gas "permanece estable en la atmósfera de dicho planeta desde hace más de 300 años".
Asimismo, el pasado mes de enero, el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA publicó los resultados de las evidencias recogidas en 2003 y constató que el metano "se concentra en tres regiones distintas de Marte". "Entonces creímos que entendíamos el comportamiento de este gas en el Planeta Rojo pero luego las mediciones nos llevaron a creer que faltaba una pieza en el puzzle", afirmó uno de los miembros de la Mars Express, Franck Lefvre.
No obstante, para los científicos, las sospechas sobre la velocidad de eliminación del metano recaen en la zona "más superficial" de Marte. A tenor de los datos recogidos, consideran que, o bien el gas se queda atrapado en el polvo o la presencia de reactivos químicos muy potentes, como el 'peróxido de hidrógeno' son capaces de destruirlo. Si se validara esta última hipótesis, se confirmaría que se trata de "una zona mucho más hostil orgánicamente de lo que se creía".
Por último, la Agencia Espacial Europea recuerda que el pasado julio alcanzó un acuerdo con la NASA para emprender misiones a Marte de forma conjunta. Ahora, considera que el asunto del metano es "lo suficientemente importante" como para incluirlo en los proyectos futuros. "Llegar a entender completamente el comportamiento de este gas en la superficie marciana es una de nuestras principales prioridades", concluyó su investigador, Olivier Witasse.