Trejo fue uno de los jugadores rayistas más destacados frente al Elche y esa confianza le llevó a lanzar un penalti, a tres minutos del final y cuando perdían 1-2, que se marchó fuera: "Son cosas que pasan. Hay que estar fuertes en los partidos que quedan. Quiero hacerlo bien para que la gente vea que tengo ganas de quedarme. Les fallé con ese penalti". Los dos últimos tropiezos en casa están retrasando el sueño, pero no desesperan. "El ascenso se está haciendo esperar, pero llegará y lo disfrutaremos el doble. Aún tenemos ventaja y no debemos volvernos locos". Al término del choque, el nuevo dueño, Raúl Martín, bajó al vestuario a dar ánimos al equipo. "Nos dijo que estaba orgulloso de nuestro segundo tiempo y que si jugábamos así ascenderíamos. Parece una persona cercana y buena. Nos da confianza".

Tiene 22 años y es una de las estrellas de Segunda. Óscar Trejo ha encontrado su sitio. Vallecas y su técnico Sandoval han sacado todo el potencial de un jugador llamado a liderar al Rayo en su objetivo. Comenzó jugando en el Estrella Roja, un club de las cercanías de su barrio. A los 13 años le fichó Boca Juniors, donde al principio no lo tuvo fácil. Estaba a más de mil kilómetros de su casa y vivía solo en una residencia del club. Su vida cambió en el verano de 2005. En agosto, Boca viajó a España para disputar el Trofeo Quijote. Un mundialito Sub-17, que ganó el club xeneize y donde Trejo fue nombrado mejor jugador.