La vida no se ve igual desde la planta noble que desde detrás de los fogones. La perspectiva es distinta según luzcas una pamela o una cofia. Ángeles Chozas eligió acercarse a un personaje mítico – o mitificado, según a quién preguntes- desde la mirada de sus criadas. Así nació 'Las doncellas de la espía' (Ediciones Atlantis), un retrato diferente de los últimos años de Rosalinda Fox, la espía británica que ha protagonizado un puñado de novelas y biografías, ente ellas el 'El tiempo entre costuras' o 'Un jardín al norte' de Boris Izaguirre.

“Tenía muy mal carácter y era un poco déspota, trataba a todo el mundo con la punta del pie”

La sanroqueña Ángeles Chozas recuerda bien a Rosalinda Fox. La vio más de una vez en la playa de Guadarranque con su bikini y su pamela, cuando aun eran prendas modernas y sofisticadas y la Bahía de Algeciras era todavía un paraíso entre las dunas y el mar, recuerda en la presentación de su novela en la Biblioteca Pública 'Adolfo Suárez'. Era la inglesa de Guadarranque, la espía británica que se compró una casa en Carteya en los años 4o y que medio siglo después ha devenido en combustible para la literatura y la televisión de masas.

Un personaje convertido en mito de consumo rápido envuelto en un halo de romanticismo al que Ángeles Chozas ha querido acercarse desde la mirada de sus criadas y sus vecinos, los mismos a quienes quiso estafar y echar de sus tierras. Una de sus guardesas, explica Chozas, no guarda un buen recuerdo de la que fue su señora. “Tenía muy mal carácter y era un poco déspota, trataba a todo el mundo con la punta del pie”, explica la autora sanroqueña, desgranando algunas confidencias recabadas en paseos por Guadarranque con quienes trabajaron para Fox.

Los ecos de su llegada aun resuenan en Guadarranque. “Lo que más recuerda la gente es el olor de su perfume”

R osalinda Fox, tras su paso por Estoril, Madrid, Tetuán y Tánger, que relata,,por ejemplo, 'El tiempo entre costuras', llegó a Algeciras en los años 40, alojándose en el hotel Reina Cristina, en la todavía conocida como 'Suite de los espías', desde donde se libró una de las batallas más importantes y sigilosas de la Segunda Guerra Mundial, con Gibraltar y el control sobre el Estrecho como botín. Allí estaban o por allí pasaban todos los espías, también Fox que poco después compró una casa, la única de mampostería, en lo que era un cortijo con ocho chabolas de pescadores en Guadarranque, a las puertas de The Rock , un paraíso de dunas en la bahía de Algeciras que aun no sabía que su destino pasaba por una refinería y un macro puerto..

Los ecos de su llegada aun resuenan en Guadarranque. “Lo que más recuerda la gente es el olor de su perfume”, explica Chozas, más en una España de mujeres vestidas de “un negro deslavado casi pardo”. Llegó en su Rolls Royce y tres camiones para la mudanza y sus primeras palabras, relata Ángeles Chozas, fueron “quiero a estos gitanos fuera de aquí”, señalando a los lugareños. Su intención era deshacerse de ellos, comprar sus tierras y convertir la Bahía de Algeciras, desde San Roque a Getares, en la nueva Capri. No lo logró, a la vista está. Los lugareños tampoco se dejaron engañar.

“Nunca trabó amistad con nadie, no quiso aprender español, lo entendía muy bien pero no lo hablaba, hablar español era rebajarse, si querías hablar con ella tenías que aprender inglés”, apunta. Peo el Karma se reservaba una última jugada, avisa Ángeles Chozas. Pese a su vida de lujo e intrigas, Rosalinda Fox acabó sus días en la más absoluta miseria viviendo a costa de los servicios sociales de San Roque.

“La línea que separa la ficción de la verdad es muy fina”, explica Ángeles Chozas, que ha novelado la biografía de Rosalinda Fox mezclando ficción y realidad, partiendo de una máxima infalible: “Los personajes más increíbles son los auténticos”.