Con setenta muestras pictóricas a sus espaldas -y casi los mismos años en el carné, aunque no en la mirada- José Marchá, Pepe, tiene tanto arte en el lienzo como cuando posa. Han pasado casi veinticinco años desde su última vez en Ceuta, pero se siente como en casa. Lo está. Estrena exposición en el Museo del Revellín, donde se ha encontrado con la consejera de Cultura, Pilar Orozco, quien confiesa haber escuchado "tanto" del pintor por parte de su propio padre que es "como si lo conociera". Entre esa familiaridad hay una noticia, "un gran regalo" que, admiten, no han podido colgar en la pared porque "no entraba por la puerta".

Se trata, como no podía ser de otro modo, de un cuadro de grandes dimensiones, casi dos por dos metros, ha explicado Ana Lería, directora de la Red de Museos, entusiasmada por la pieza, que se llama 'Bailarinas' y formará parte de la exposición permanente de la Ciudad en el Museo de las Murallas Reales.

"Es una preciosidad, quien lo vea se dará cuenta de la sutileza y el romanticismo que desprende", ha valorado Orozco, agradecida con la donación. "Es muy femenino", ha apuntado el artista, sobre el cuadro hiperrealista en el que "lo bonito" es que se puede ver a dos bailarinas que "no están bailando, sino que conversan frente a un espejo después de haber bailado".

Nada que ver con otros momentos de su producción, donde sus viajes por Siria, Jordania o el vecino Marruecos fueron los protagonistas sobre los lienzos que ahora comparte con los ceutíes.

La suya es una obra ecléctica en la que no faltan los paisajes, retratos, bodegones e incluso las figuras surrealistas llenas de simbolismo. La lista es casi tan larga como la de los lugares en los que ya se ha expuesto: el Casino Militar, el antiguo Centro de Hijos de Ceuta, el Museo de las Murallas Reales (su última vez en la ciudad, en el 2000)... incluso, en el Parque Marítimo, donde el artista ha recordado -sin llegar a entrar en detalles- una exposición "para un acto de una noche" en el que participaron unas cuantas familias de conocidos apellidos de la que todavía recuerda "las velas".

La muestra que a día de hoy recoge el Museo del Revellín no será tan fugaz y en ella Marchá realiza un recorrido por su trayectoria: "Aquí hay cuadros de diez años atrás y otros más actuales como 'El huevo de ajos con sal'", ha detallado sobre una de las obras más llamativas. Lo pintó, ha recordado, hace 6 o 7 meses, inspirado por un momento cotidiano con su hermana en la cocina. Le gusta comer biten, pero también cuidarse, "la alimentación es importante".

Tanto que al andujeño le ha permitido, como él mismo ha presumido, usar la misma talla desde hace cuarenta años. "Soy un apasionado de la gastronomía", ha admitido el pintor, muy de acuerdo con Ferrán Adriá en la supremacía del humilde plato del huevo frito -tan presente en la muestra- que solo mejora "cuando son dos".