Tras una semana de lluvia y viento, los ceutíes por fin han podido ver el sol. Rayos de luz que sin embargo no terminan de iluminar a su equipo de fútbol, que vive envuelto en una tormenta permanente, navegando bajo oscuros nubarrones y sin tierra a la vista. En su visita a Caravaca el Ceuta sólo ha logrado un punto, y gracias a que Fock apareció en el último minuto como salvavidas, parando un penalti que hubiese dado la victoria a los murcianos.

Los campeonatos de Segunda B no se logran en estadios como el Carranza o La Condomina, sino en campos pequeños, con cesped irregular, en los que se practica el fútbol de trincheras, de presión y en los que el balón está más tiempo en el aire que en el suelo. Es así por una simple cuestión, abundan más estos últimos que los primeros. Y ahí radica uno de los problemas históricos del Ceuta, que es capaz de ganar a un Murcia, pero luego acaba perdiendo muchos puntos en campos como El Morao.

Ha empezado mal el Ceuta. Apático, sin presión, sin saber muy bien qué hacer con el balón. Y no es que el Caravaca sea la Holanda del 74, ni tan siquiera la Grecia de 2004, pero al menos sabía a qué jugaba, lo que quería y buscaba. Y así, en un partido sin control en el que los pelotazos volaban de una punta a otra, el equipo murciano ha aprovechado un lanzamiento de falta para adelantarse en el marcador. Andrés ha disparado desde lejos, y tras ser Zamora incapaz de alcanzar a despejar de cabeza, el balón ha entrado pegado al palo ante un impotente Fock que se 'comía' el primero del encuentro.

Mal pintaban las cosas para un Ceuta que sin embargo ha ganado vida con el gol. En el 33 Guzmán lanzaba un balón al palo que botaba cerca de la línea, aunque fuera según parece en la imagen. Dos minutos después, en el 35, mismo protagonista, Guzmán recibe dentro del área, recorta al portero y la manda de nuevo al palo, que esta vez escupe el balón hacia la red. 1-1 y un Ceuta que se ha lanzado al ataque con varias ocasiones para ponerse por delante, la más clara un tiro de David Torres que se ha ido muy cerca del poste.

Y pintaban bien las cosas para el Ceuta en la segunda parte, visto lo visto al final de la primera. Craso error. Un Ceuta todavía más dormido si cabe que en los primeros 30 minutos, protagonista junto al Caravaca de una insportable sesión de antifútbol que digan lo que digan no puede ser propia de la Segunda B ni de ninguna categoría en la que se pague a los jugadores por saltar al campo y se cobre a los espectadores por ir a visionar el engendro. Pese a todo, a punto estuvo el Ceuta de aprovecharse en un par de jugadas aisladas que pudieron acabar en gol. La más clara, una internada de Seguro por la banda, cuyo centro llega a Javi Navarro tras un fallo del defensa, y el conileño, que no se la esperaba, remata solo frente al portero a los pies del guardameta.

Y así han pasado los minutos de tedio futbolísitico hasta que, cuando ya parecía todo acabado, Guzmán ha visto como el colegiado pitaba penalti por tocar el balón con la mano dentro del área. Destino funesto del Ceuta que se veía la vuelta hasta la ciudad de vacío, pero que ha salvado Fock. El caboverdiano ha adivinado el lanzamiento de Andrés y parado el penalti, salvando un empate para su equipo. Un punto para un conjunto que desde que ha llegado Andoni Goikoetxea tan sólo ha logrado seis puntos de quince posibles. Por cierto, que el técnico ha dicho que el penalti ha sido "inexistente e injusto" y ha acusado al árbitro de "no estar a la altura", permitiendo que el juego se trabase con numerosas faltas. La culpa al final,  y como siempre, del empedrado.