La maldad se viste de azul en el Murube


La maldad se viste de azul en el Murube

- La Sociedad Deportiva Lemona saca un empate a uno que, por el momento, vale una final ante el Ceuta

- El árbitro, del comité de Ceuta, influyó en el resultado con demasiadas decisiones desacertadas para los dos equipos

- El Lemona se adelantó con un penalti que no se creían ni sus jugadores y el Ceuta empató en el descuento con un gran gol de Guzmán

No se cumplió ningún pronóstico esta tarde en el Murube. El fútbol es así. No hay números que hacer. Imposible calcular tanto déficit arbitral. S&P también habría fallado este miércoles si hubiera hecho alguna estimación sobre la semifinal de la Copa Federación (esa competición catalogada como Bono Basura, pero que llegado a esta altura es toda una inyección a bajo interés de la Real Federación Española de Fútbol para cuatro modestos). Pero no se preocupe, esto no es la crisis. No está en la sección de Economía, está en la de deportes.

Los pronósticos para el partido entre la Asociación Deportiva Ceuta anunciaban una contienda desigual y favorable a los de casa. El Ceuta, un equipo construido para pelear por el ascenso a la Liga Adelante, a la división de plata. Un equipo al que los resultados no han acompañado y transita más desmotivado que entusiasta en la zona media de la tabla del grupo IV de la Segunda B. A la misma distancia del descenso que de la promoción de ascenso. Un equipo para el que la Copa Federación podía ser un sucedáneo del éxito que no alcanzará. Metido en semifinales, sin demasiados agobios, tiene la opción de pelear por ganar algo, dinero, ya tiene garantizados 12.000 euros, y un título, aunque sea simbólico. En frente, la Sociedad Deportiva Lemona, colista del Grupo II (el de los equipos vascos) de la misma división que el Ceuta. Desahuciado. A 14 puntos de la salvación no le libra ni la dación del pago del descenso a tercera.

Otro pronóstico de la previa. El árbitro del colegio manchego declinó su presencia en Ceuta por motivos profesionales. Todo un símbolo. En una división en la que muchos equipos tienen plantillas profesionales, los árbitros no lo son. Le sustituyó Salvador Alcaraz Yáñez, del comité de Ceuta. Arbitro casero. Todo el Murube esperó una ayuda. Se quedó por venir.

El árbitro puso la mayor maldad. Influyó en el juego y no a favor del Ceuta. Hasta en cinco ocasiones intervino equivocadamente y las cinco eran decisivas.

La Sociedad Deportiva Lemona llegó a Ceuta con el papel de víctima condenada a llevarse un correctivo que le dejara sin opciones en el partido de vuelta. El Ceuta, además de contar con un plantel superior estaba más descansado, no jugó el fin de semana. Le tocaba visitar un rival quebrado, que tuvo que renunciar a la competición, el Polideportivo Ejido. Todo un síntoma de la crisis que también vive el fútbol.

Llegó el Lemona de víctima y bien poco le falto para erigirse en verdugo. De hecho fue así, hasta el minuto 92.

Antes, un mal partido, pero divertido, aderezado por el espectáculo de maldad ofrecido por el árbitro, vestido de azul.

El Lemona logró contagiar al Ceuta su fútbol. Salió con las cosas claras. A jugar balones largos, sin entretenerse en el medio del campo. Intentando ganar la espalda de la zaga ceutí por velocidad y generar problemas así. Lo logró. El Ceuta aún debe andar pensando a qué quería jugar. En el minuto 12 avisó el Lemona con un terrible disparo desde fuera del área que obligó a intervenir con excelencia a Relaño bajo palos.

Replicó Añete en el 23 desde la frontal. Se le fue arriba. Una falta lanzada por Andrés en el minuto 30 se fue por poco a la izquierda de la portería defendida por el portero del Lemona, Alcalde. Dos minutos después tuvo otra ocasión Diego Segura, pero la sacó el Gurrutxaga en el último metro.

Hasta entonces el partido era entretenido. Con idas y venidas de los dos equipos. Con un juego poco trabado y rápido. Impropio de la categoría, pero con la falta de precisión y temple de Segunda B.

Entonces, Alcaraz reclamó el protagonismo. Pidió el centro de la pista. Se subió al escenario y como la crisis cuando apareció ya no dejaría la portada ni un minuto.

En el 36 de la primera parte cortó una jugada que acabó en gol de Fernando. El delantero, el blanco de todas las críticas de la grada por su falta de efectividad esta temporada, recibió un pase en largo en la frontal del área, dos defensas ante él, uno le hizo falta, casi lo tumba, pero se levantó, el árbitro dejó seguir en un primer segundo, pero ante la segunda falta, cortó la jugada, a pesar de que Fernando se iba derecho a puerta y llegó a tirar al tiempo que sonaba el silbato. Marcó. Pero el árbitro no lo concedió. Pitó una insulsa falta al borde del área y ni tan siquiera expulsó al defensa, que era el último. Sólo amarilla. Se equivocó de forma grave. El Ceuta se habría adelantado en el marcador si hubiera dejado seguir. “Menos mal que es de casa”, se escuchó en la grada. Fue la primera maldad, no la última.

Ya en la segunda parte, el Ceuta pareció salir más centrado que el Lemona. Arrinconó a su rival durante su primer cuarto de hora. Pero el Lemona no acababa de asumir su papel de víctima. Tenía hechuras de Verdugo. Y sacó el hacha. En el minuto 60, Orbegozo, mucho mejor que Fernando, perdonó el gol, solo ante el portero. En el 67, de nuevo Orbegozo recibió un centro perfecto de Seguin, cortó el balón Samu, cuando se mascaba la tragedia y la pierna de Orbegozo caricaturizada en hacha volaba hacia la cabeza del Ceuta para empujar el balón a gol. La pelota llegó a dar en el palo, a pesar de la intervención de Samu.

Intentó sacudirse el Ceuta que entre el 58 y el 62 había cambiado el equipo, se fueron Julio de Dios, Añete y Fernando y entraron Elvis, Aitor y Alfaro.

Y Elvis, una vez más, demostró que sí genera peligro, no como Fernando. En el minuto 68, se estiró como si fuera de goma para llegar a rematar un balón de cabeza tras un centro de Diego Segura desde la banda. Obligó a intervenir al portero y aún así el balón fue al travesaño.

Tres minutos después reapareció Alcaraz. Sacó el Lemona una falta cerca de la frontal del área ceutí. La desconcentración de la zaga permitió que los vascos remataran y marcaran gol. El línea levantó el banderín. No pareció fuera de juego. Pero la grada celebró la ayuda. Era lo que los poco más de 250 hinchas esperaban.

Pareció el Lemona desconcertado y a punto estuvo el Ceuta en la contra de sentenciar el partido y quien sabe si la eliminatoria. Pero no desistió. Y apenas un minuto después, de nuevo un centro desde la banda derecha dejó a Markel sólo. Remató de cabeza, pero se le fue arriba.

El árbitro debió sentir que su asistente se la había liado y en una jugada insulsa, un forcejeo dentro del área entre Markel y Samu que le marcaba por detrás, señaló penalti. No se lo creían ni los jugadores del Lemona, que dieron la sensación de protestar la falta en contra, en lugar de celebrar el penalti. No pareció, y si hubo agarrón, es una de esas situaciones que se pitan una de cada diez mil veces, al parecer esta hacía la diez mil, y el de casa le pitó el penalti en contra al Ceuta.

Transformó Orbegozo y adelantó al Lemona en el marcador contra todo pronóstico y previsión.

Estuvo el Ceuta noqueado. Desorientado. En crisis. Sin liquidez ni confianza. Sin haber hecho nada bien antes. Sin entender cómo había llegado a esta situación. Aún así no bajó los brazos. Comenzó a jugar acelerado, intentando cualquier solución. Acorralado, sin gobierno.

Logró Elvis otra estirada para cazar otro balón con la cabeza dentro del área y volvió a obligar a intervenir a Alcalde para evitar el gol.

Pero ante la falta de iniciativas, de medidas, de certidumbres del juego del Ceuta, el Lemona siguió haciendo lo mismo que el resto del partido. Balones largos buscando la espalda, más ahora, en ventaja y con el Ceuta intentando volcarse arriba. Sin transición en la media, con paredes rápidas para avanzar. Y en una de esas se plantó, en el minuto 86 arriba de nuevo. Un balón largo lo bajó el delantero y dejó sólo a otro compañero en el punto de penalti. De nuevo levantó el banderín, el línea. Sin ninguna duda no había fuera de juego. La compensación de la contracompensación. Aún se podía hacer peor.

Y con todo perdido. Pensando ya en una durísima vuelta en Lemona, con escasas o nulas posibilidades de plantarse en la final. Apareció Guzmán. Le mandó un balón Aitor en una transición rápida. Lo enganchó en el área escorado en la derecha y lanzó tres regates para ganar el centro, caracoleó de nuevo hacia la derecha y remató certero al fondo de la red. Un golazo. Minuto 92. Empató el Ceuta. Salvó los muebles en un partido mal jugado en el que se dejó imponer el juego del rival y salió herido de ese duelo y del arbitraje.

En la otra semifinal, otros dos equipos modestos, el Binissalem balear, en zona de ascenso de su grupo de tercera división y el Teruel, zona media del Grupo III de Segunda B jugaron también esta tarde. Ganó el Teruel en casa por dos goles a uno.

El Ceuta tendrá ahora que viajar hasta Lemona a jugar una vuelta en la que debe intentar redimirse de la mala actuación de este miércoles. Necesita ganar el partido o empatar a dos o más goles para meterse en la final de la nada glamorosa Copa Federación. Es lo que nos queda. Eso sí, este domingo vuelve el fútbol al Murube. A las 17 horas contra el Jaén. Si se gana quién sabe. En el fútbol no caben los pronósticos ni las previsiones. En el momento menos esperado aparece el déficit o se generan beneficios y oportunidades.

La maldad se viste de azul en el Murube


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