Desaparecieron casi sin dejar rastro. Hoy, varios siglos después de la caída de sus respectivos imperios, los incas y los aztecas han regresado. Lo han hecho en Ceuta, en el Lope de Vega. Ha sido allí donde este frío 14 de diciembre un puñado de alumnos se ha embarcado en un apasionante viaje temporal hasta la lejana época de la América precolombina. La 'culpable' tiene nombre y apellidos: se llama Guadalupe Romero Sánchez y es profesora titular de la Universidad de Granada. Te preguntarás: "¿Y qué hace en un colegio?". Sigue leyendo; tiene todo el sentido del mundo.

Guadalupe imparte -entre otras- una asignatura que lleva por nombre 'Didáctica de las Ciencias Sociales' dentro del Grado de Educación Primaria. Lleva en activo desde 2006. En 17 años, ha tenido tiempo más que de sobra para especializarse y conocer al dedillo los entresijos y la cultura de "todos los pueblos indios americanos". Hace apenas un lustro, se le ocurrió la idea de "traer a Ceuta el conocimiento de América". En un intento por acercar su propuesta a los más pequeños de la casa, solicitó al Ministerio de Innovación y Ciencia la puesta en marcha de un 'Proyecto Hermes', un programa que, en resumidas cuentas, permite que los niveles superiores e inferiores de la enseñanza converjan.

Luego de varios meses de gestiones, Romero planteó a la Dirección del Lope de Vega la posibilidad sumirse en "un programa anual sobre América" al objeto de abordar su cautivadora historia "durante todo el año". La iniciativa no pudo gustar más. La que hoy nos ocupa, de hecho, no ha sido la primera actividad desarrollada en este contexto; hubo otra a finales de octubre cuya temática versó sobre "los muertos mexicanos".

Tras recibir el 'ok' por parte del Lope, el liceo puso a disposición de la causa a tres veteranas profesoras: Mawi, de 1º C, Alicia, de 2º B, y Loli, de 3º A. Las mismas han sido las encargadas de coordinar el proyecto a pie de campo. "Sin ellas, nada de esto habría sido posible", revelaba Guadalupe. Junto a las docentes, están trabajando codo con codo los alumnos de la propia Romero: veinte en total.

Visto así, la cosa parece fácil, pero nada más lejos de la realidad. Para el grupo universitario, el de este 2023 está siendo "su primer contacto con estudiantes de este nivel educativo". Dada la coyuntura, ha sido necesaria "una preparación previa". "Han tenido que estudiar sobre los incas y los aztecas, proponer actividades, cronometrarse en el tiempo, disponer recursos...", exponía la tutora. Así las cosas, el proyecto constituye "la parte práctica de la asignatura". Por si te lo preguntabas: sí, lo de hoy era el examen.

Más vicisitudes: antes de dar rienda suelta a las actividades, los pupilos de Romero hubieron de explicar a los críos ciertos detalles sobre ambas civilizaciones, un trabajo que también ha estado lejos (muy lejos) de ser sencillo. Cualquier estudioso de la cultura centroamericana sabe lo difícil que resulta, por ejemplo, memorizar el nombre de una deidad. Pese a lo rocambolesco de determinados términos, el resultado fue óptimo: "Los niños son bastante avispados con este tipo de cosas; tienen muy buena memoria".

Cada clase ha quedado dividida en varios subgrupos. El catálogo de juegos al que todos ellos han tenido acceso era, como poco, bastante amplio: pruebas de conocimiento con preguntas y respuestas, competiciones deportivas temáticas, talleres de bisutería y hasta gimnasia acrobática. La 'osadía' ha sido tal que "algunos se han atrevido a hacer con sus cuerpos una especie de pirámide escalonada".

Si uno pregunta, todos coinciden en que "está siendo una propuesta muy emocionante". Lo creen los universitarios, pero también los sesenta y ocho menores que han tenido el placer de ser seleccionados para la campaña. No la verbalizaban, pero sus caras denotaban absoluta alegría. Para muestra, un botón: