La reciente regulación a nivel estatal de la presencia y uso de teléfonos móviles en las aulas reaviva el debate sobre la relación entre tecnología y educación. Expertos, padres y políticos no acaban de ponerse de acuerdo en las posturas sobre el amplio espectro de posibilidades e implicaciones que tiene la introducción o prohibición de nuevas tecnologías en los centros. Ceutaldia.com ha consultado a profesionales, progenitores y cargos de la Administración sobre teléfonos, plataformas educativas y potencial de las herramientas digitales, sin que aparezca un consenso entre partes. Los expertos ven oportunidades; los padres, problemas y quienes gobiernan se sitúan en un limbo intermedio.

En este debate aparecen diversas cuestiones. Se incluye, la preocupación por encargos a altas horas de la noche durante los fines de semana, de tareas, a través de las plataformas online para deberes que se usan en los centros educativos. También el derecho a la desconexión digital de alumnos y docentes o la falta de correlación entre las tecnologías en el interior y el exterior de las instituciones educativas.

El móvil, ¿enseñar o prohibir?

Fernando Trujillo es profesor de la Facultad de Enseñanza de la Universidad de Granada en Ceuta. Dice que sobre tecnología y educación se podría "hablar durante semanas o meses", pero comienza centrándose en la controversia con el uso de los teléfonos móviles.

"Es una falsa polémica, para empezar", puntualiza. Algo que surge "del mundo de las familias y no de la escuela", dado que "no son los docentes los que regalan móviles a sus alumnos, sino los allegados". Por tanto, entiende que deben ser ellos "los que lo aprendan a regularlo", lo que pasaría por "valorar a qué edad se da un teléfono, que tipo de móvil y que aplicaciones se instalan".

Para él, la cuestión se reduce a eso y a que "como tantas otras cuestiones problemáticas, se intentan derivar al sistema educativo, como si fuera un sumidero o el espacio de resolución de problemas externo". Lo estéril del debate en este sentido, para él, radica también en que "todos los centros educativos de España ya tienen, de una manera u otra, regulado internamente el uso de los teléfonos en el aula".

En resumen, para Trujillo, es una cuestión de "falsa delegación", que debería replantearse: "No nos estás diciendo a los profesores. Oiga, enseñe usted a usar el móvil. Lo que nos están diciendo es prohíbalo".

Un "error", según su experiencia. "Hay que educar en la tecnología, no hacer como que no existe", apostilla, mirando al mes de mayo, cuando lleguen "las comuniones" y a los niños "se les regalen móviles, que no van a ser usados en contextos educativos". "Así dudo mucho que los problemas se resuelvan por arte de birlibirloque", concluye.

Los padres, como plantea Trujillo, tienen, en efecto, una visión casi opuesta. Consultadas la FAMPA -con la que fue imposible contactar- y la FAMPA 4 Culturas, esta última se mostró muy favorable a la regulación planteada por el gobierno de la Nación, que delega parcialmente en las comunidades, pero cierra la puerta de las aulas de primaria a los móviles y solo los quiere, apagados, en secundaria. Eso sí, defendiendo la importancia de formar a los jóvenes en la utilización segura de los dispositivos, como hacen a través de sus cursos.

"Nos parece muy oportuno y acertado el veto a llevar móviles al centro educativo en la etapa escolar de primaria, muchos especialistas ya se han pronunciado al respecto, entendiendo que la edad más idónea para uso de dispositivos móviles debería situarse en torno a los 16 años", argumentan los padres ceutíes. Ellos aprecian que esta medida "podría ser beneficiosa para aspectos como el respeto, el comportamiento y la seguridad escolar, ya que se reducen y evitan distracciones que afectarían a la concentración y atención del alumnado". También piensan que incrementará la interacción social, favoreciendo el desarrollo de habilidades socioemocionales".

En la etapa de secundaria los padres ya abren la veda a la posibilidad de emplearlo cuando se autorice "con fines educativos", dejándolo apagado en el resto del horario lectivo y en el tiempo de recreo. También avalan que los adolescentes en esta franja de edad lleven consigo el dispositivo, pues "disponen de mayor autonomía y resulta eficaz y necesario para comunicarse con los padres a la salida del centro".

No se lava las manos en este caso la FAMPA 4 Culturas a la hora de "educar" a los jóvenes en el uso de los dispositivos. De hecho, recalca que cuentan con un programa de Escuelas de Familias, ofertando entre las AMPAs de los centros educativos de la ciudad, diferentes temas que generan interés y preocupación en las familias. "Concretamente la propuesta de 'TICs espacios seguros' versa sobre el tema de educar y concienciar en el uso responsable de las nuevas tecnologías y enseñar a comportarse autónoma y responsablemente y en la prevención de los posibles peligros y riesgos del mal uso de TICs, así como ofrecer estrategias y pautas para su protección", subrayan.

La pata política del asunto, en Ceuta, acaba de heredarla Miguel Señor, docente desde hace 25 años, precisamente en el Departamento de Tecnología del IES Abyla. Recién nombrado director provincial de Educación, no entra a valorar el fondo de la norma, pero entiende que es clara y que la directriz emana del Gobierno de la Nación. "Hay ya una normativa, que es clara y que ya marca que en secundaria los teléfonos tienen que estar apagados, mientras que en primaria no se pueden llevar", comenta a este medio.

Plataformas escolares, deberes a deshora y desconexión digital

Frente a los recelos respecto a dispositivos móviles en las aulas, el uso de diversas plataformas digitales para la Educación. Sea la de la firma Microsoft, que paga el Ministerio, o la de Google, que resulta más cómoda para muchos maestros, en la mayoría de centros educativos se emplean estos espacios online para enviar tareas o deberes.

Esto preocupa a algunos padres que han facilitado a este medio pruebas de que sus hijos han recibido encargos a altas horas de la noche de un sábado.

Preguntados a este respecto, el profesor Fernando Trujillo y el director provincial de Educación, Miguel Señor, coinciden: "No es algo generalizado y puede deberse más bien a falta de habilidad a la hora de manejar la plataforma".

Ahonda en el tema el miembro de la UGR, que no cree que sea una situación generalizada. "Puede que algunos lo hayan hecho en alguna ocasión, pero niego la mayor, esa no es la costumbre. Lo digo claro como docente y pareja de una docente", defiende, aludiendo a que estos casos aislados se deben a que "el uso de estas plataformas también tiene un proceso de aprendizaje".

En ese sentido, subraya la importancia de la desconexión digital, aunque en su caso reciba "correos electrónicos de alumnos, veinticuatro horas al día, trescientos sesenta y cinco días año". "Yo entiendo que un alumno tenga inquietud por algo, le genere ansiedad y me escriba un sábado de noche. La mayoría de veces puedo llegar a contestar, tranquilizándole y emplazándole a hablar el próximo día de clase, pero ya llega a veces un punto que no respondo hasta el lunes a primera hora", confiesa Trujillo, dejando a las claras otro de los grandes inconvenientes de las nuevas tecnologías y la necesidad de educarse en como emplearlas. 

Señor también cree que los deberes solicitados a las doce de la noche de un sábado solo pueden responder a "un error de programación". Sin embargo, reconoce que también dedica tiempo durante las tardes, expirada su jornada laboral, usando estas plataformas: "Eso te da cuenta de lo que trabajamos los profesores fuera de las aulas", abunda el nuevo director provincial.

Potencial uso de la tecnología

El profesor de la Facultad de Enseñanza del campus ceutí es, de los consultados, quien con mayor convencimiento y argumentos defiende el uso de los nuevos medios. Explica que "no existen casi lugares donde el papel y la pizarra hayan sido sustituidos por completo por tablets", aunque recuerda un caso concreto, en Cárcama, Málaga, donde un centro público sí llego a ejecutar esa transición.

Para él, ambos modelos deben coexistir, "como tener Filmin e ir al cine", porque en realidad "no hay ni una sola tecnología que venga a barrer completamente todo lo anterior". "Lo razonable es manejar todo y aprender a utilizarlo, tal y como aconseja la investigación educativa".

Preguntado por el riesgo de que las aulas se queden aisladas del exterior, Trujillo lo ve con terror. "Ese riesgo hay que evitarlo a toda costa", responde rápido. Para él, "una clase debe reflejar la complejidad y la riqueza del mundo exterior en todos los planos", sirvan como ejemplos "el lingüistico y el social". Pero también el tecnológico.

"Una escuela sin tecnología no solo sería una anacronía sino un despropósito. ¿Quién los va a formar si no es la escuela? ¿Va a venir Facebook a explicarles como se hace un uso responsable de su plataforma?", plantea el profesor, que aboga por el desarrollo de "planes digitales de centro y proyectos digitales", como mejor vía para sacar provecho al rápido avance de la tecnología.