La Pollinica lo ha vuelto a hacer: la Hermandad con sede en la siempre acogedora barriada de Manzanera ha hecho del corazón del Revellín escenario de un populoso tapeo en el que, como cada curso (pandemias aparte), han tomado parte varias decenas de caballas de pro en aras de la solidaridad.

Las puertas del local de la Asociación de Vecinos del Centro se abrían transcurridos apenas dos minutos de la una en punto de la tarde de este soleado 30 de septiembre. Poco antes de las dos y media, el lleno era absoluto; no cabía ni un alfiler. El sofocante calor y la humedad no han sido impedimento alguno para los muchos comensales -cofrades o no- que han encontrado en el referido evento un plan de sábado cercano a la perfección.

Pese a que la mayoría de los asistentes tenía entre ceja y ceja llenarse la tripa hasta reventar, había quien solo quería disfrutar de un agradable rato en compañía de sus allegados. Cerveza y abanico en mano, los participantes iban encontrando acomodo allí donde hubiera sitio: en la barra, en las mesas, de pie, en un banco... Eso sí: siempre a la sombra.

El menú del día ha sido básico a la par que efectivo: albóndigas, tortilla de patatas, ensaladilla rusa, salmorejo, pollo a la pimienta, callos, queso... Aun siendo la oferta bastante amplia, la palma se la ha llevado la paella. Ha tardado lo suyo en hacerse, sí, pero la espera ha merecido la pena (el que escribe estas líneas habla con conocimiento de causa). El recibimiento ha sido tal que, a las tres, no había quien no estuviese comiendo arroz (en serio, no lo había). Para mayor gloria de todos los 'tapeadores', el precio de cada ración era solo de euro y medio, pretexto que ha derivado en que camareros y cocineros a duras penas dieran abasto al momento de tomar comandas y servir.

Los amantes del dulce también han encontrado en la cita un pequeño momento de plenitud. Las torrijas -rellenas o al estilo tradicional- y las tartas de chocolate y bizcocho bien han hecho las delicias de los más golosos, quienes, a pesar de lo copioso de la comida, han logrado imponerse a la anatomía y encontrar hueco para seguir alimentándose.

La iniciativa persigue un objetivo claro: recaudar fondos con los que sufragar los proyectos en los que la Pollinica se halla inmersa. Según el actual vicehermano mayor de la Cofradía, Benjamín Mellado, la idea del evento que hoy nos ocupa no era otra que "recuperar la tradición" tras varios años en barbecho por culpa de la ya sofocada emergencia sanitaria.

"Teníamos muchas ganas de volver a celebrar este tapeo", confesaba Mellado, quien ha tenido a bien aclarar a este digital que "toda la comida es aportada por los hermanos". "Sin ellos, nada de esto sería posible", reflexionaba.