HISTORIA

El ‘Milagro de Empel’, la victoria imposible por la que la Inmaculada es la Patrona de Infantería

El ‘Milagro de Empel’, la victoria imposible por la que la Inmaculada es la Patrona de Infantería
El Milagro de Empel
El Milagro de Empel. Augusto Ferrer-Dalmau

El Segundo Jefe de la Comandancia General de Ceuta, Fernando Rocha y Castilla recuerda la gesta del Tercio Viejo de Zamora, “la Infanteria mas gloriosa que nunca haya existido”


El acuartelamiento de García Aldave ha servido un año más de imponente escenario para los actos en honor a la Patrona de Infantería, la Virgen de la Inmaculada Concepción. El Segundo Jefe de la Comandancia General de Ceuta, Fernando Rocha y Castilla ha aprovechado su discurso para recordar la gesta del Tercio Viejo de Zamora en Flandes. Aquella victoria imposible, que para unos fue un milagro y para otros solo un feliz golpe de suerte, por la que la Inmaculada es desde entonces la Patrona de Infantería.

“Un día como hoy de hace 437 años los infantes españoles pertenecientes al Tercio del Maestre de Campo Bobadilla, también conocido como Tercio Viejo de Zamora, afrontaban el duro reto de romper el cerco enemigo que sufrían en la isla de Bommel. Soldados holandeses, frío extremo, y el agua gélida del Mosa, que inundaba la tierra firme tras la rotura de los diques por parte del enemigo, los rodeaban dejando poca más alternativa que al rendición o la muerte”, ha recordado l Segundo Jefe de la Comandancia en el patio de armas del acuartelamiento, en un día desapacible, bajo un cielo que bien podía pasar por el de una mañana de diciembre en Flandes.

Homenaje a la Patrona de Infantería
Homenaje a la Patrona de Infantería

Fernando Rocha refrescaba así la memoria de legionarios y regulares y del público presente —entre ellos el presidente de la Ciudad, Juan Vivas— recordando el trance que tal día como hoy de 1585 pasaron los cerca de 5.000 hombres del Tercjo Viejo de Zamora en la Guerra de los Ochenta años. Combatían en la isla de Bommel, entre los ríos Mosa y Waal, muy cerca Oud-Empel, una pequeña aldea no muy lejos de Utrecht que todo indicaba que terminaría siendo su tumba. 

Harapientos, hambrientos y asediados por la escuadra del almirante Filips van Hohenlohe-Neuenstein, los soldados españoles estaban en una situación límite. Pero, pese a ello —obstinados o valientes, que cada cual elija— rechazaron la oferta de rendición honrosa del almirante neerlandés. “Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”, cuenta la leyenda que respondieron.

Ante la respuesta de los españoles, Hohenlohe-Neuenstein lo tuvo claro: “Wil je geen bouillon?... Wel, neem 2 kopjes” ( No quieres caldo? Pues toma 2 tazas ) y recurrió a un arma harto utilizada en la Guerra de los Ochenta Años. Abrir los diques e inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que la colina de Empel, último refugio de los soldados del Tercio. Solo les quedaba rezar o morir con honor, como mandaba el credo de los Tercios. Así que se dispusieron a cavar trincheras en aquel islote para dar la batalla hasta el último aliento.

En esas estaban cuando la pala de uno de los soldados se topó con un objeto de madera que resultó ser una tabla flamenca católica con la imagen de la Virgen María. Un hallazgo al que el Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla supo sacar rédito: lo interpretó como la señal inequívoca de protección divina. “Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día”, dejó escrito el Maestre de Campo, según la crónica de Alonso Vázquez, ‘Los sucesos de Flandes y Francia del tiempo de Alejandro Farnesio’. (Descargue aquí en PDF los tres tomos).

Esa noche, llámelo usted milagro o crudo invierno en Países Bajos, se desató un viento intenso y frio que en poco tiempo heló las aguas del río Mosa. Los españoles vieron en el hielo la señal divina que estaban esperando y atravesaron el rio para atacar por sorpresa al amanecer del día 8 de diciembre, logrando una victoria tan completa que el almirante Hohenlohe-Neuenstein admitió: “Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro”.

Aquella misma mañana, aún en el campo de batalla, los soldados proclamaron a la Inmaculada patrona de los Tercios de Flandes e Italia, aunque hubo que esperar 307 años, en 1892, cuando a solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España, la Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo, declara Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción.

437 años después, el segundo de la Comandancia de Ceuta ha reivindicado esta leyenda como parte del ADN de la Infantería española. “Los descendientes de aquellos Infantes, duros, aguerridos, leales, que luchaban muy lejos de sus hogares estamos hoy aquí. Creo que somos dignos herederos del coraje y de la valentía de aquellos Tercios que formaban la Infanteria mas gloriosa que nunca haya existido”.

El ‘Milagro de Empel’, la victoria imposible por la que la Inmaculada es la Patrona de Infantería


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