ONCE está de celebración. La Organización Nacional de Ciegos Españoles ha escenificado este 15 de junio en suelo ceutí la que ha sido la jornada central de su acostumbrada 'Semana del Grupo Social ONCE'.

Como cada curso, la entidad ha colocado en la céntrica plaza de Los Reyes un stand con el que, además de vender sus bondades, ha informado a todos cuantos a él se han acercado a propósito de "el voluntariado y la baja visión", además de ofrecer a estos "material educativo y de tiflotecnología".

Una hora después de montar el campamento, la entidad ha llamado a filas a un puñado de autoridades civiles y militares para hacerlas partícipes de una singular iniciativa. La idea: hacer ver al ceutí de a pie cuán cuesta arriba se hace llenar la cesta de la compra padeciendo algún tipo de discapacidad visual.

El experimento ha consistido, básicamente, en 'cegar' a quienes se han prestado voluntarios. ONCE ha colocado a cada uno de ellos unas gafas completamente opacas para, acto seguido, acompañarlos por un supermercado sin más apoyo que un brazo o una mano.

Ha habido quien se sabía casi de memoria la distribución de los pasillos (véase el delegado del Gobierno, que parecía tener un mapa en la mente). Otros, por contra, se han dado algún que otro chocazo. "Se ve muy, muy, muy borroso", espetaba un alto mando de la Comandancia.

Pan, lentejas, huevos, leche, arroz, agua, atún... El listado de productos a adquirir no era, precisamente, un relato corto. Con esto, ONCE ha querido poner de relieve cómo una tarea tan sencilla puede, a la vez, ser increíblemente compleja para quien precisa de apoyo constante en su día a día.

Al término de la demostración, todos aquellos que hoy han hecho de sujetos de prueba coincidían en que, efectivamente, la ceguera convierte la cotidianidad de quienes la padecen en una auténtica pista de obstáculos, de ahí que la labor de ONCE y sus entidades asociadas sea, hoy por hoy, tan sumamente necesaria.