COSTUMBRISMO

Sonidos del Mercado: El pollero con gorra de gallina y las uvas reservadas

Sonidos del Mercado: El pollero con gorra de gallina y las uvas reservadas
Abdelmalik Riffi en su carnicería del Mercado Central. /A.I.
Abdelmalik Riffi en su carnicería del Mercado Central. /A.I.
Las ventas a la baja, una media del "60%" según carniceros y verduleros, no quiebran la voluntad de los que llevan poniendo su producto a disposición del público desde hace décadas

En el Mercado Central de Ceuta hay dos sintonías. La de los que cuando preparan su puesto a las siete de la mañana ponen la música a tope y la de los aficionados al ruido "vacío" del espacio. El 'clin clin' de la caja ya se escucha poco, pues según afirman los que llevan trabajando allí desde la niñez, las ventas han bajado del orden del "60%" en los últimos tres años. La poca transacción comercial no cambia demasiado las cosas, al menos de momento. Los sonidos del mercado se mantienen.

Cuando el reloj aún no marca las siete al principal zoco ceutí ya han llegado Abdelhalad Balala, Abdelmalik Riffi y África Trola.

Riffi enciende y pone 'Los Cuarenta' a toda pastilla. Odia el ruido vacío. Nació en el Príncipe, barriada de estrépitos y pudo "progresar" gracias a que su padre montó una pollería en el Mercado. Aunque se sacó el graduado en el IES Abyla, pronto acabó trabajando allí, temprano en su vida, temprano de hora.

Acostumbrado al madrugón lo primero que hace son los "preparados", es decir, la carne que va aliñada. Cuando lo cuenta suena fuerte una de Aitana y mueve un poco la cabeza, sobre la que el pollero lleva una gorra con la ilustración de una gallina. Todo queda en casa.

Con mimo coloca el genero. Tarda un rato. Lo malo es que lo que pone tras la vitrina a veces sigue allí cuando llega la hora de cierre. "Las ventas habrán bajado a la mitad o un 60% desde 2020", lamenta.

Será "el paro o los supermercados donde la gente compra cosas procesadas". Sea lo que sea, Riffi lo nota. Gracias al negocio pudo irse del Príncipe a la Cuesta Parisiana, donde vive ahora. Confía en que la cosa mejora, "quizás con la Navidad", plantea.

Abdelhalad Balala en el negocio en el que trabaja en el Mercado Central. /A.I.
Abdelhalad Balala en el negocio en el que trabaja en el Mercado Central. /A.I.

En el puesto de al lado Balala también vende pollos. Lleva quince años en el Mercado y desde principios de la década de los 90 en Ceuta. "Yo nací en Tetuán", subraya.

A él, de menos palabras que Riffi, también le han bajado las ventas. "Hasta el 70%", asegura. Saca por suerte alguna pechuga y también rinden "los pinchitos" que prepara con mimo. Sobre la Navidad, "aún no la nota".

A Balala le gusta apoyarse a escuchar el ruido que Riffi nota "vacío", en la encimera de su puesto. Un piso más abajo, sobre la barandilla, también reposa Trola, que de vez en cuando charla con algún cliente.

África Trola junto a su tienda en el Mercado Central. /A.I.
África Trola junto a su tienda en el Mercado Central. /A.I.

Ella como su compañero pollero con gorra tiene un negocio familiar. Lo inició su abuelo hace "26 años". Continuó con él su padre, que aún habiendo estudiado para "policía local" se desempeñaba allí por las mañanas.

Y le siguió Trola: "Era un momento malo de mi vida y decidí venirme a a aquí. Estaba estudiando para auxiliar administrativo", recuerda.

Con su delantal de 'emojis' monta cada mañana en silencio el puesto, que desmonta ("más fácil") y rutinariamente al fin del día.

Su ruido es el de las conversaciones, "muchas y variadas", centradas en "qué tal le va al hijo" o "qué vas a comer hoy", como platos principales. Le gusta su trabajo, aunque la vida no sea fácil. Lo nota en los precios, "que han subido mucho": "Mira los tomates, ahora están a tres euros, hace un año a dos", subraya.

Tienen buena pinta, como todo lo del puesto, pero, se vende poco. "La cosa ha bajado mucho, en la pandemia vendimos una barbaridad. Ahora la gente va más a los supermercados", reconoce.

Entre el género unas cuantas uvas, casi como una decoración navideña. "Mira", repite. "Hay gente que ya las reserva en diciembre", revela.

Las uvas reservadas, como si de asunto secreto se tratase, no distraen de la tendencia. "La gente viene y te las pide en copita o en lata, y es que están malísimas", asevera antes de valorar: "Nos hemos vuelto unos flojos".

Ya es la hora de comer y las persianas bajan en el mercado, el sonido del fin de una jornada que anticipa el inicio de una nueva, al menos de momento.

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