Está pegado al acceso al Foso de San Felipe que da a la bahía sur. Y lleva tiempo (mucho tiempo) vertiendo aguas fecales en el mismo mar en el que te bañas a diario cuando llega la temporada de verano. Si nunca te has percatado de su existencia, no es de extrañar; no está tan a la vista como aquel que se ubica a los pies del Centro Gallego y casi todo el mundo conoce.

Se encuentra en uno de los laterales del Club Natación Caballa, justo debajo del puente que corta la avenida Martínez Catena a la altura de las Murallas Reales. Allí, permanece oculto bajo una densa capa de vegetación, una que hace que sea aún más difícil de ver. Si no te fijas, ni te coscas.

Es un caño. Uno verdaderamente mugriento. Su boca -la zona por la que salen los fluidos- está completamente ennegrecida. No solo eso: la abertura presenta, además, evidentes signos de desgaste. Lo preocupante es que la estructura dañada forma parte de nuestro más conocido conjunto monumental, ese por cuya integridad ha de velar (teóricamente) la Comisión de Patrimonio.

Cualquiera que se aproxime lo suficiente notará un olor similar al que  emana de las cañerías cuando a ACEMSA le da por taladrar y levantar el suelo que pisas. No es nada agradable al olfato, pero ahí está, formando parte indisoluble del entorno que rodea a su epicentro.

El Parador dice que es del Caballa. El Caballa dice justamente lo contrario. Al final, no se sabe a quién corresponde su paternidad. Porque no, la Ciudad, hasta el momento, no ha tenido a bien atender a este digital a fin de arrojar algo de luz al respecto (la Administración y sus cosas...).

"No sale agua siempre, solo de vez en cuando", revelaba al que escribe estas líneas un veterano asalariado del Muralla. Un asalariado, no su director; este último rehusó aportar su versión. "Dice que no quiere hablar con la prensa", explicaba el mismo trabajador. "¿El caño del Caballa? No es de aquí", apuntaba otro empleado. "Ya lo comprobaron hace años", exponía.

Desde el propio hotel, aseguran que, en su momento, sí que "había un pozo interno". No en balde, este lleva largo tiempo "inutilizado"; hace ya mucho que "se instalaron bombas que desvían todo el agua hacia la red de saneamiento".

"Eso es del Muralla", afirmaba casi sin titubear una persona de dentro del Caballa. "Es seguro que, de aquí, no es", remachaba a posteriori un segundo interpelado. "Nosotros tenemos lo de las aguas fecales por otro lado", añadía. Según decía este último, "cuando los del Parador limpian la piscina, sale más agua". ¿A quién creemos?

Al parecer, hace ahora año y medio, una cuadrilla de ACEMSA inspeccionó a fondo la zona con el firme propósito de dar con el origen del vertido. La sociedad municipal analizó hasta el agua que salía del orificio, pero no llegó, presumiblemente, a ninguna conclusión clara.

En su 'Reglamento de Funcionamiento', la Comisión de Patrimonio tiene asignada, precisamente, la encomienda de "velar por la protección, conservación e investigación de los bienes muebles e inmuebles del patrimonio cultural de interés histórico, artístico, monumental, arquitectónico, arqueológico, paleontológico y etnológico de la ciudad". Si la entidad está cumpliendo con sus atribuciones en el asunto que hoy nos ocupa, que baje Dios y lo vea.