Siempre  he sido asamblearia, quizás por mi naturaleza individualista de espiritu critico y libertario,  de pensar por mi misma sin dejarme llevar por la manada ni por un lider más o menos acertado. Siempre he creido en mi criterio, pero tambien sé que las asambleas son necesarias para que todos y todas , desde el mismo punto de inicio planteemos lo que deseamos con educación y respeto. Aprendemos siempre de ellas, y si el espiritu es democratico y limpio salimos con la sensación de estar más llenos de los otros.

Las distintas posturas enriquecen.

Este invierno, tenía en Primaria a unos chavales de seis años que me contagiaban su estilo demócratico. Yo les enseñaba coeducación,  igualdad entre hombres y mujeres basandome en lo más simple como juguetes, profesiones, tareas del hogar, ropa y colores. .. A partir de una idea ellos debatían con un respeto profundo y aceptando las distintas posturas. Intentaban convencerse unos a otros, discutían con argumentos y sin enfados y llegabamos a conclusiones con un consenso casi siempre.

Yo los llamaba mi clase asamblearia. Me divertía con ellos y aprendía que se puede defender distintas posturas sin llegar a radicalismos ni odios inutiles.

En el recreo los que habian mantenido un debate encarnizado, sólo de palabras, jugaban tranquilamente o compartían bocadillos.

También es cierto que no intentabamos mantener un liderazgo ni una jerarquia, simplemente aprender unos de otros.  La asamblea partía del punto de vista de igualdad para todos y todas.

Últimamente, cada vez que oigo que un grupo humano, que una asociación o que un partido politico pide una asamblea la desconfiaza se asienta en en lado del poder, como si pedir hablar, discutir, entrar en debate fuese una manera de atacar y derribar al enemigo. Salen defensores de la libertad y las cuentas limpias, y no tienen ningún problema en llevar a cámaras, políticos y juristas  a algo que debería ser privado. Empañan la imagen de democracia y nos deja ese regustillo de que nada va a cambiar…

Pero siempre hay un motor de cambio, si no la sociedad no habría evolucionado, si nos hubieramso quedado anclados en la comodidaded del poder y sus plebendas estariamos trabajando catorce horas diarias sin descanso semanal y si eres mujer sin ningún derecho.

Aguantaríamos la tiranía del lider del momento: rey, aristócrta, patrón, secretario general o presidente y seríamos un juguete de sus engranajes de poder.

La democracia nos hizo participativos, a algunos y algunas activos y convocamos asambleas. Nos dió por desmontar la casa para construirla solidamente y aprendimos a respetar la opinión del otro.

Creo que a pesar de mi terrible individualismo siempre seré asamblearia.