La pena de muerte es cobardía


La pena de muerte es cobardía
La mayor vergüenza de la democracia española fue el GAL. El Estado apoyó y financió secuestros y asesinatos de unos terroristas, que por muy despreciables que fuesen, eran, al fin y al cabo, personas.

Hoy vemos como Irán cuelga de grúas a aquellos que son homosexuales, y lapida a las mujeres sobre las que pesan acusaciones de adulterio. También Estado Unidos ejecuta criminales.

Y China elimina al año a miles de personas que no sirven para su régimen productivo. Israel y Colombia mata lideres terroristas con bombardeos aéreos, sin que precisamente esos mismos haya sido juzgagos por un tribunal.

Y todo esto, en un siglo donde los líderes se reúnen rodeados de fasto y boato para hablar de derechos humanos. La pena de muerte tiene dos vertientes, la que pretende justificarla mediante proceso judicial (EEUU, China, Irán) y la que justifica una ejecución por el bien común (GAL, Israel, Colombia). Pero al fin y al cabo es lo mismo.

La pena de muerte pretende ser un aviso preventivo, y demostrado está que no sirve, pues las ejecuciones siguen a lo largo y ancho del mundo. Ninguna persona tiene derecho a decidir sobre la vida de otra. Una condena a muerte pretende, en lugar de resolver los problemas, eliminarlos para no hacerles frente. De cobardes siempre ha sido afrontar una situación difícil borrándola del mapa. Será eso: La cobardía que se extiende por 70 países del mundo.

La mayor vergüenza de la democracia española fue el GAL. El Estado apoyó y financió secuestros y asesinatos de unos terroristas, que por muy despreciables que fuesen, eran, al fin y al cabo, personas.

Hoy vemos como Irán cuelga de grúas a aquellos que son homosexuales, y lapida a las mujeres sobre las que pesan acusaciones de adulterio. También Estado Unidos ejecuta criminales.

Y China elimina al año a miles de personas que no sirven para su régimen productivo. Israel y Colombia mata lideres terroristas con bombardeos aéreos, sin que precisamente esos mismos haya sido juzgagos por un tribunal.

Y todo esto, en un siglo donde los líderes se reúnen rodeados de fasto y boato para hablar de derechos humanos. La pena de muerte tiene dos vertientes, la que pretende justificarla mediante proceso judicial (EEUU, China, Irán) y la que justifica una ejecución por el bien común (GAL, Israel, Colombia). Pero al fin y al cabo es lo mismo.

La pena de muerte pretende ser un aviso preventivo, y demostrado está que no sirve, pues las ejecuciones siguen a lo largo y ancho del mundo. Ninguna persona tiene derecho a decidir sobre la vida de otra. Una condena a muerte pretende, en lugar de resolver los problemas, eliminarlos para no hacerles frente. De cobardes siempre ha sido afrontar una situación difícil borrándola del mapa. Será eso: La cobardía que se extiende por 70 países del mundo.

Posted originally: 2010-09-24 11:22:00

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