- Los cuentos son así, de nunca acabar. Cuentan historias imaginarias (mentira me parecía un poco fuerte, aunque...) y tienen por misión transportarnos a mundos de ilusión... Cierto es que, viendo lo que hay, también podían haberles llamado 'Los Mercados', total mucha diferencia no hay.

En medio de flotadores (los de las playas y los de los inmigrantes que buscan aquí El Dorado), de sombrillas que nos protegen de todo mal y de sonrisas forzadas por el vacacional estío, eso que llaman “Los Mercados” nos está dando algo más que el agosto.

Los gobiernos, esos aventajados 'chicos de lo recados' (como los denominó un Nobel de Medicina) apenas si pueden ir a remolque de los acontecimientos.

Al margen de rearmar bancos y agudizar los recortes, estos “chicos de los recados” son incapaces de gestionar un sistema al que, eso sí, servilmente se someten a cambio de algunos privilegios (bueno, seguramente muchos). Se están mostrando incapaces de dar trabajo a quienes carecen de él y que, consecuentemente, no pueden acceder a nada acrecentándose aún más la brecha social.

Inmediatamente me surge la sempiterna duda: ¿Si esto es así, para que coño pagamos a toda esta gente encorbatada que se empeña en salvarnos a perpetuidad como si eternos inmaduros políticos fuésemos? Preguntas retóricas preguntas al margen, esos 'Mercados' están empujando el sistema capitalista, tal y como lo conocemos, hacia una acelerada metamorfosis que deberá culminar en algo nuevo, y, obviamente, no forzosamente idílico... Para nosotros, claro.

Esto no representa sólo una elucubración surgida 'Al Sur del Edén', sino que es compartida por el mismísimo Nobel de Economía, Paul Krugman, que ha venido a decir que el sistema capitalista, tal y como lo conocemos, está listo y preparado para una suerte de liquidación final por cambio de negocio. Además, el Nóbel afirmó que las medidas (control del gasto y de la inflación en la UE y rebaja de la deuda en los EE.UU) para nada han ayudado al sistema productivo... Al tiempo que tampoco han obligado a los reflotados bancos a prestar dinero para reactivar el sistema económico. Cierto es que tampoco hacía falta ser Nóbel para esto, pero bueno...

Está pues claro, como dijo José Luis Sampedro, que este sistema está 'kaput' y tiene que reinventarse, porque visto lo visto, de humo y de estéril especulación no se puede mantener, pero ¿a que nos puede encaminar esa reconversión?

Así pues, comprobada a fuego y sangre (sangre, la nuestra por supuesto) la preponderancia que están teniendo, de forma descarada, los que mandan sobre 'los chicos de los recados/políticos', no sería extraño que caminásemos decididamente hacia un mundo en que las grandes finanzas tomasen las riendas de absolutamente todo, ya sin intermediarios ni caretas.

¿Política ficción? Quizás, pero cuando vemos, por ejemplo, que la seguridad privada asume cada vez más parcelas de actuación o que la sanidad privada abarca cada vez más campos en detrimento de la pública parece que, inexorablemente, caminamos hacia una sociedad en que todo deberá ser rentable, y que a todo se le deberá sacar rentabilidad, o, sencillamente, no será.

Consecuencia directa de un neoconservadurismo del que, presumiblemente, nacerá el huevo de la serpiente, se desdibuja un tétrico panorama.

Pero todo este entramado nos lo disfrazan con el nombre de 'oscilaciones de los mercados', como si 'los mercados' fuesen entes con vida propia y no fuerzas perfectamente coordinadas desde suntuosos despachos.

Ya lo dice mi mañica preferida, nos van a hacer el chantaje de siempre: o esto, o el caos. Ya verás, asegura, nos montarán el cuento de que esto es por nuestro bien y que, aquí, el que levante la voz en estos tiempos de crisis será un vende patria, como poco... Otra cosa es que nos lo traguemos sin más. Todo está por ver.

Pero mientras que 'los chicos de los recados' se sienten vapuleados por sus patronos con la sensación de que nada se puede hacer, otr@s han tomado la palabra en las calles para decir alto y claro que esto no puede seguir así.

Ya no podemos ser la estrellas del espectáculo para que otros se sigan llevando las ingentes ganancias. Tenemos el deber de clamar que sin los que producimos, los que especulan no son nada y que, de una vez por todas, estamos hastiado de tener siempre que acabar recogiendo y pagando los platos rotos por otros... O quizás sea porque, precisamente, estamos tan hartos del mismo y eterno cuento que esto se ha acelerado. Vaya usted a saber. Sea como sea, el patio se está poniendo feo, eso es evidente. Lo dicho, es el mismo cuento de nunca acabar de siempre... Eso sí, usted sabrá si le gusta el argumento.