Ya están apareciendo encuestas de opinión dando vencedores y perdedores en las elecciones del próximo año. Consecuentemente, los partidos políticos empiezan a tomar posiciones. Pues en las democracias, sobre todo en las menos desarrolladas, parece como si todo girara en torno al periodo electoral. En medio sólo queda un gran vacío en el que la ciudadanía asiste enmudecida al espectáculo de la política. Al circo mediático del mercadeo de votos y favores. Y si alguien intenta levantar su voz, o ser crítico con el poder establecido, rápidamente buscan silenciarlo de múltiples formas. Primero sale la legión de aduladores y vividores de todos los pelajes, repitiendo una y otra vez que si no has pasado el test de las urnas eres un perdedor, sin derecho ni a expresar tu opinión. Lo suelen hacer en los corrillos de vecinos. En las tascas de los bares. O en los foros de internet. Aunque siempre ocultando convenientemente su identidad, como corresponde al buen cobarde. Cuando con esto no lo consiguen, y surgen iniciativas políticas, o acuerdos entre formaciones, que puedan perjudicar a los dos grandes partidos, utilizan todas las artimañas y trampas para hacerlas fracasar. Todo con tal de no dar oportunidad alguna al disidente, al que intenta pensar por sí mismo al margen del 'aparato'. Ha ocurrido recientemente en Ceuta con el pacto del PSPC y la UDCE. Pero les ha salido mal. A los del 'aparato', me refiero.

 

Aunque yo quería hablar de otras elecciones. Quizás no tan importantes como unas municipales, o unas nacionales. Pero sí muy trascendentes para el futuro de la Universidad de Granada en Ceuta, y también para la propia ciudad, si entendemos que la labor de la Universidad puede ayudar al desarrollo cultural y económico de la misma (un buen ejemplo de ello, quizás sean los acuerdos de colaboración que se firmarán en fechas próximas, para la implantación de un Máster universitario de Dirección y Gestión de Empresas Turísticas en Ceuta). Me refiero a las que se celebrarán esta próxima semana entre el profesorado laboral de la Facultad de Educación y Humanidades de Ceuta, para elegir a sus representantes. A aquellos que mejor sean capaces de transmitir el sentir y las reivindicaciones de la mayoría.

 

Es la primera vez que se celebran elecciones entre este colectivo, que representa más del 50% del total. Y en algunas especialidades, como empresariales, enfermería o informática, el porcentaje de laborales casi roza el 100%. Pero no son estos los únicos inconvenientes, si queremos consolidar dichas enseñanzas en la ciudad. Hay otra serie de problemas derivados de la lejanía de la sede central, que hacen que el profesorado de Ceuta, en general, no pueda acceder, en igualdad de condiciones, a las actividades y programas de formación que se llevan a cabo por los distintos Departamentos y organismos de la Universidad. Todo ello redunda en perjuicio de la formación y el desarrollo profesional del mismo y, por tanto, en la propia calidad de la enseñanza, que sólo es paliado, en parte, con el esfuerzo y dedicación personal.

 

En estas circunstancias aquellos que salgan elegidos tienen ante sí un reto tremendo. Por un lado deberán de ser conscientes de las carencias y necesidades que tiene el personal. Y saber plantearlas ante los responsables de su solución. Por supuesto, con dialogo y colaboración. Pero también respondiendo con firmeza si en algún momento se intenta perjudicar a nuestra Facultad y a su personal. Problemas como la necesidad de una consolidación y promoción adecuada de la plantilla. Garantizar un acceso en igualdad de condiciones a la formación y a los planes de investigación. Facilitar la movilidad del personal entre centros y localidades. O garantizar las mismas medidas de salud laboral y de acción social que al resto de personal. Y sobre todo, estar pendientes de que los nuevos grados se hacen una realidad en Ceuta, sin merma de personal o de carga lectiva.

 

Evidentemente, poco pueden hacer unos representantes si los representados no se interesan por su propio futuro. Pero mucho menos si lo que les mueve no es el interés general, sino el suyo particular. Y de estos hay muchos. Por el bien de nuestra Facultad, esperemos que no se nos cuele ninguno de estos.