En los últimos tiempos, un buen número de dirigentes públicos que, obviamente no poseen esas virtudes, las están sustituyendo por unos pseudosucedáneos como son la altaneria que los muestre como decididos y una chulería que les haga parecer valientes.

Cualquier persona sensata, inteligente y con sentido común, cuando tiene que tomar una decisión, se informa debidamente, estudia las alternativas y, fundamentalmente si la opción elegida va a afectar a un número determinado de personas o colectivos, valora las posibles consecuencias o repercusiones. Es obvio, que a este nuevo perfil de "gestor" no le importa para nada el impacto que puedan tener sus decisiones.Lo que verdadera y únicamente le motiva es el mantenimiento del sillón y el éxito en su carrera personal, de lo que se deduce que en el nuevo modelo acuñado de servidor público , la chulería, a falta de otras cualidades, debe de ser un valor en alza.

Sólo admitiendo esta nueva forma de gestionar se puede intentar "comprender" lo sucedido con el calendario escolar de Ceuta. Hagamos un repaso.

Cuando el PP estaba en la oposición, defendía con contundencia que cuando tuviera responsabilidades de gobierno, volvería a reimplantar el tradicional modelo de calendario escolar de Ceuta( vacaciones largas en torno a Navidad y Semana Santa). Así lo hizo y en los últimos cursos se ha venido funcionando con ese modelo y conculcando las instrucciones que provenían de la época anterior. ¿Por qué no se cambiaron las normas? A saber, Ceuta y Melilla están demasiado lejos. Para el curso escolar 2014/15, el Foro educativo, por unanimidad, realizo una propuesta que fue aprobada en Ceuta, refrendada en Madrid y publicada oficialmente.

¿Qué ha sucedido después? Oficiosamente se filtra que un periodista hace público el calendario propuesto y comenta que conculca las vigentes instrucciones. ¡¡Maldita libertad de expresión!! ¿Qué hacer? Lo lógico, lo sensato, lo honesto, debiera ser reconocer el error de haber firmado, por ignorancia o a sabiendas, una propuesta irregular, modificar las instrucciones y asunto zanjado.

Lo que sucede es que reconocer errores y ser humildes es de plebeyos, algo nada admisible para estos dirigentes de nuevo cuño, ya que podría ser tomado como debilidad. En consecuencia, lo más procedente es castigar al periodista, a los alumnos, a los profesores, a los padres, a la comunidad educativa... A Ceuta entera.

¡¡Aquí mando yo!! Fuera el calendario, sin argumentos (pedagógicos, funcionales, democráticos...). Un buen golpe sobre la mesa y la próxima vez, todos calladitos. ¿El periodista? A contar como el ministro inaugura edificios y relatar el efusivo recibimiento. Es lo que toca.

¡Que pena! ¡En qué manos estamos! Nos consta que bastantes militantes y simpatizantes del PP están entre indignados y anonadados. No es para menos.

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