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Hemingway, entre el idealismo y el desencanto

Aniversario. El próximo 2 de julio se cumplen 50 años de la muerte del escritor que hoy nos acerca a los valores de la Generación Perdida

Era una calurosa tarde de julio de 1923. Un veinteañero Ernest Hemingway (Oak Park, Illinois, 1899-Ketchum, Idaho, 1961) se hallaba apostado en la puerta trasera del Hotel Maisonnave de Pamplona, muy cerca de la popular calle Estafeta. Esperaba con ansiedad a que cruzasen los toros del encierro. De repente, un mozo le cogió de la mano y el futuro escritor se asustó. Tanto que intentó agarrarse a todo lo que vio a su alrededor. Tiró un jarrón de leche y cuantas cosas se interpusieron en su camino. Al final, el corredor le soltó y el joven norteamericano, que había acudido a la capital navarra como corresponsal del Toronto Daily Star, acabó en el suelo, atemorizado. El hombre que años después se jactaba de cazar leones en África y de ser uno de los primeros en entrar en París tras el desembarco de Normandía acabó temblando.

"Warhol fue como Hemingway"

Arthur C. Danto, filósofo y crítico de arte, publica un ensayo sobre la trayectoria personal y artística del icono pop, en el que analiza las técnicas que revolucionaron la cultura visual contemporánea

Warhol revolucionó la cultura visual en los sesenta y convirtió en filósofo del arte a Arthur C. Danto. Con esta afirmación en las primeras páginas de su nuevo ensayo dedicado al mito del arte pop, el gran crítico del arte occidental se entrega en cuerpo y alma a su propia biografía, mientras repasa su fascinación por el artista que tomó como materia artística "todo lo que provenía de la vida cotidiana de los estadounidenses". Warhol sembró las semillas de una transformación cultural, como dice el profesor, pero lo que no reconoce es que él mismo llegó cinco años tarde al primer estallido de rebeldía. "Su segunda exposición en la galería Stable, en abril de 1964, fue para mí una experiencia transformadora", cuando lo pop cuestionaba los valores del expresionismo abstracto desde hacía un lustro.



Hemingway salta al ruedo

Fue, de repente, el último verano del escritor que amaba el béisbol, el boxeo, las cacerías africanas y, sobre todo, los toros. El 30 de mayo de 1959 Hemingway trasegaba vasos de vino en la plaza de Aranjuez mientras admiraba la faena de su amigo Antonio Ordóñez. El torero sufre una cornada leve y es sacado de la plaza portando en la mano derecha el rabo y las orejas del toro. El escritor apremia a Aaron E. Hotchner, su fotógrafo con funciones de secretario, para que vayan a la enfermería a asistir al diestro. Luego, Hemingway le acompañará en su convalecencia en la finca malagueña de Bill Dav...
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