Atiende la afición del Atlético con alborozo a la Liga Europa, laurel conquistado hace dos cursos, porque asume como condición inherente que el equipo se mida con rivales europeos dado su caché. Pero el Celtic, chisgarabís de lo que fue, no dio la talla. Tampoco fue un Atlético mayúsculo, por más que pusiera a sus mejores intérpretes sobre el campo, encasquillado en la construcción y escaso en el pase definitivo. Pero le alcanzó con el pie de Diego, la chispa de Turan y la cabeza de Falcao para dar buena cuenta del rival, para iniciar con buen pie el torneo.