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Cuando se le pregunta a Contador por su rodilla derecha, la que se lleva todas las caídas, ladea el cuello y tuerce el gesto. «Bueno, he salido a rodar un rato y va bien. Tengo que mimarla para que esté a punto para los Pirineos».
A su hotel, «Les Messageries», han vuelto las moscas. Con ellas, el calor ha recuperado su sitio en este Tour tan lluvioso. Dichosas moscas. No paran mientras Contador habla de su rodilla: «Me preocupa. Estos días no he podido llevar mi cadencia de pedaleo. Tiraba más de una pierna que de la otra y luego no podía recibir el masaje habitual porque tenía la musculatura...
