Viento en popa
La escuela oficial de vela del club náutico CAS ha puesto hoy fin a sus cursos de verano. Más de 60 niños han aprendido a navegar en ‘optimist’ o a hacer windsurf. Es todo un éxito basado sobre todo en el empeño personal de unas cuantas personas en ofrecer la posibilidad a los niños de hacer deporte en el mar aprovechando el viento. Los elementos que más abundan en Ceuta.

A las diez de la mañana de un sábado los niños en su mayoría de unos diez u once años se agolpan en la rampa del CAS. Quieren su ración diaria de vela. El monitor, Manolo Calleja, los dirige como puede y con tino, para que poco a poco se vayan echando al agua en una pequeña bañera con una vela (optimist). Otros los más avezados van a disfrutar de L’equipe, dos velas, mayor velocidad y mayor goce, también mayor esfuerzo. Viéndolos no hace falta ni preguntar si les gusta o si se lo pasan bien, se refleja en sus caras.

 

Pablo , doce años, lleva una semana de curso, 30 horas. “Antes hacía windsurf, pero lo deje y ahora he vuelto a retomarlo. Lo hago porque lo hace toda mi familia. Sobre la tabla te emocionas si vas rápido. El año que viene quiero repetir y más tiempo”, Pablo lo tiene claro, se ha tirado una buena semana de surfear con la vela a cuestas. Venía de Tarifa, pero el Levante de este mes de agosto se lo había impedido.

 

“Aquí hay unas condiciones increíbles. En Tarifa con el viento se monta mucho oleaje y para aprender es casi imposible”, explica Rafa, el padre de Pablo.

 

En el agua, casi todos han hecho de todo, se han turando para coger el barco, el de dos velas y el de una. Se han turnado para subirse a la tabla de windsurf. Aunque ahí han durado poco. “Es más cansado”, explica Javi, un niño de once años que no para de hablar después de la sesión de vela. “Aunque llevar el timón con mucho viento, como hoy también cansa. Me gusta mucho navegar a vela, aunque cuando hace mucho viento me pongo nervioso porque pienso que me voy a dar con la botavara”. “Yo me he dado hoy en la cabeza un montón de veces”, le apostilla, su colega de vela, Chema, mismos añitos, misma sonrisa de felicidad en la cara, misma sensación de que con la sesión de hoy, el verano se ha acabado un poco.

 

Chema les enseña a sus amigos la cabeza. Se quita la gorra y se toca en donde el viento le ha hecho un chinchón utilizando la botavara. Es como su herida de guerra, la cicatriz de la aventura. A pesar de eso, los niños todos satisfechos, incluso con su monitor. “Manolo es muy bueno. Le gusta mucho el windsurf”, dicen.

 

Y los padres también. Por ejemplo los de Alba, otra niña de once años que se ha tirado toda la mañana peleándose con el oleaje, un poco excesivo, el viento, la vela, la tabla de windsurf y hasta con su padre, Diego.Ha intentado subirse a la tabla, sin mucho más éxito que el de reírse un rato, que su hija, Alba, se riera de él otro y refrescarse en el mar. Aún así, lo tiene claro: “ES una buena experiencia para ellos y un relax para nosotros (ahora se ríe él, mirando a Alba, pura energía). Yo se lo recomendaría a todo el mundo”.

 

Alba ha probado casi todo lo relacionado con el mar durante este verano: moto de agua, sky acuático… y por último windsurf y vela. Y al final del verano con tanta experiencia, duda entre quedarse con la moto de agua o el windsurf.

 

Otro satisfecho, es el monitor, Manolo Calleja. “El objetivo era intentar introducir al mayor número de personas en el deporte de la vela. Lo hemos conseguido, han pasado por aquí más de 60 chavales en su mayoría entre 8 y 14 años, pero también hemos tenido algún adulto. Críos de Ceuta y también gente de Madrid, hasta de Bélgica. La verdad es que tenemos unas condiciones y unos recursos ideales para enseñar a los chavales y eso se nota y se agradece”, explica Calleja.

 

La escuela funciona gracias al empeño de Calleja, del CAS y de la Federación de Vela de Ceuta. Dice Calleja que también la Ciudad Autónoma ha apoyado, aunque por ejemplo, le ofrecieron dos plazas gratis por curso para niños que procedieran de familias necesitadas. “En cada curso las hemos estado guardando y nunca las han ocupado, no entiendo porqué”.

 

30 horas de iniciación a la vela por cien euros. Ninguno de los que hoy finalizaban curso, ni sus padres tampoco, daban el dinero por mal invertido. Como las cosas que salen en los anuncios, una sonrisa como la que lucían los niños hoy no debe tener precio.

 

El CAS pone los equipos, los barcos, las tablas, las velas… lo pone todo, hasta el monitor y la Federación apoya.

 

Al final cumplen con el objetivo, los niños después de 30 horas de curso han podido celebrar en el día de hoy una regata en toda regla por la Bahía Sur. Van aprendiendo desde pequeños y quién sabe si mañana querrán competir, a lo mejor en no mucho tiempo sale algún Guillermo Molina de la vela. Al fin y al cabo, lo que sobra en Ceuta es mar y viento.

 

Con ese objetivo van el CAS y la Federación. El siguiente paso es seguir dando cursos durante todo el invierno para aquellos que quieran iniciarse y de poco a poco quieren conformar un equipo de regatas, con las personas que salgan de los cursos.

 

Ambas instituciones siguen abiertas a que el ICD, el Puerto Deportivo o quien quiera se suban a su barco y apoyen de alguno modo el proyecto o incluso que lo capitaneen, porque lo que faltan son brazos y recursos para potenciar un deporte que en Ceuta debería surgir de forma natural, la vela, el windsurf y todo lo relacionado con el mar y el viento.

 

Calleja se las ha apañado con un simulador de viento, un barco escuela y los optimist y las tablas deslizadoras con las velas del CAS. Han podido navegar todos los días de verano, incluso aquellos en los que las condiciones no eran las más propicias. De momento parece que lo de la vela en Ceuta parece que funciona y que va viento en popa.
 
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