UN CABALLA EMPRENDEDOR

Cambió Ceuta por Sevilla para estudiar, se estudió a sí mismo y acabó montando su propia empresa

Cambió Ceuta por Sevilla para estudiar, se estudió a sí mismo y acabó montando su propia empresa
Alejandro Castillo Román ACR ingenierías

Nació en Ceuta un mes de junio de 1996. Vivió hasta 2014 en avenida Lisboa, la barriada que lo vio crecer y convertirse en el adulto que es a día de hoy. Comparte nombre con el que escribe estas líneas: se llama Alejandro Castillo (la onomástica y sus cosas...). Siempre tuvo claro que quería dedicarse a la construcción, mas no precisamente a poner ladrillos: aspiraba a crear espacios modernos, lugares en los que la gente de a pie pudiera vivir cómoda y holgadamente.

Cursó Primaria y Secundaria en el Santa María Micaela. Cuando le tocó dar el salto a Bachillerato, se movió al Luis de Camoens. Al terminar, estudió Ingeniería de Edificación. Lo hizo en Sevilla, en la misma universidad a la que da nombre la propia capital hispalense. La elección, por supuesto, no fue fruto de la casualidad; siempre le ha llamado la atención "todo lo que tiene que ver con las instalaciones de los edificios": luces, agua, comunicaciones...

Lo lleva en la sangre; lo mamó de una familia -la suya propia- que se dedica con devoción a la construcción. Lleva "desde muy pequeño" viviendo entre obras y coexistiendo con toda clase de materias primas. A su pasión por la edificación, hay que sumar un detalle para nada menor: le encanta la informática. Ya no es que le guste; es que se le da de perlas. Lo mejor de todo viene aquí: ha logrado aunar ambas aficiones en una sola.

Alejandro se mudó a la ciudad de la Giralda y la Torre del Oro por un buen motivo: buscaba "una universidad que tuviera algo de prestigio". Eso y estar cerca de ese equipo que juega cada fin de semana de verde y blanco y al que dice profesar un amor casi incondicional. Si eres futbolero (o si estás más o menos puesto en LaLiga), sabrás de sobra que nos referimos al Real Betis Balompié.

Castillo terminó la carrera tras una plácida estancia de medio lustro en suelo sevillano. Antes de tirar por el camino de la especialización, se sometió a examen a sí mismo. Tras el autoanálisis, se dio cuenta de que la domótica era "lo que más se ajustaba" a su perfil profesional y, sobre todo, a sus inquietudes: decidió, por tanto, que quería combinar lo de construir cosas con su faceta más geek.

Llegado el momento, se decantó por un máster cuyo nombre aún le encandila: el de 'Formación permanente en Domótica, Gestión de la Energía y Gestión Técnica de Edificios'. El problema era uno y solo uno: para cursarlo, debía mudarse a Málaga; si quería cumplir su sueño, tenía que despedirse -temporalmente- de su Benito Villamarín. "Era el único sitio de España que ofertaba un título de esas características", detallaba él mismo. Lo de cambiar de aires le costó, claro, pero tampoco le supuso ningún drama; no se arrepiente ni lo más mínimo de su decisión.

"Proteger el planeta y hacer que los edificios sean cada vez más seguros": ese es el propósito de la titulación que el ceutí acabó eligiendo. Y es que, a pesar de sentirse atraído por "todas las disciplinas", al final, Alejandro optó por focalizarse en "la sostenibilidad" y en "la mejora de la calidad de vida de las personas". Más claro, agua.

Ya en la Capital de la Costa del Sol e inmerso en su nueva etapa formativa, Castillo siguió esforzándose por conocerse. "Decidí buscar dentro de la domótica la vertiente que más me gustase", revelaba. No le hizo falta siquiera graduarse para darse cuenta de que su futuro más inmediato pasaba por montar su propia empresa. "Mientras estudiaba, le iba dando forma y viendo de qué manera podía cuadrarlo todo", decía.

Nada más terminar el máster, la Universidad de Málaga contrató a Alejandro como "ingeniero investigador". Su talento y su agudeza le valieron un hueco dentro del llamado 'Instituto Andaluz de Domótica y Eficiencia Energética', una entidad pública en la que nuestro hoy entrevistado estuvo "un año entero desarrollando proyectos". El puesto le gustaba (y mucho), pero seguía teniendo claro que lo que anhelaba era ser su propio jefe.

Alejandro Castillo Román ACR ingenierías

"No quería trabajar para nadie", apuntaba. Siendo esa la premisa, Castillo vio "los conocimientos que tenía" y "cómo estaba el mercado" y, tras ello, decidió recorrer ese duro camino que siempre constituye el emprendimiento. Desde un inicio, enfocó su actividad empresarial como "una ayuda social". "Todas las viviendas tienen problemas; ahí está la domótica para solucionarlos", defiende el caballa.

La compañía resultante de tantos y tantos años de ansia y entusiasmo lleva por nombre 'ACR Ingenierías'. El porqué de la denominación -al margen de la coletilla- es bien simple: son las iniciales de Alejandro Castillo Román. En la actualidad, la mercantil colabora con "otras empresas". Lo hace por la vía del "contrato por obra y servicio".

Según su creador, ACR ofrece "servicios de instalaciones domóticas". No es lo único: Alejandro también brinda "servicios de ingeniería directamente relacionados con la construcción". "Cuando me surge un proyecto, analizo su magnitud y, entonces, me pongo en contacto con las empresas con las que colaboro", explica el ceutí, que apostilla: "Hacemos el trabajo entre todos".

El catálogo de propuestas es amplio: seguridad contra intrusión, detección de humos, sistemas contraincendios... No en balde, "uno de los puntos fuertes" de ACR guarda relación con "la mejora de la calidad de vida de personas mayores y personas con discapacidad". "Se controla que coman adecuadamente, que vayan al baño, que se dé parte en caso de que se caigan...", resumía el empresario.

Alejandro Castillo Román ACR ingenierías

El radio de acción de Alejandro no se circunscribe a la vivienda particular; el ceutí ofrece, igualmente, "sistemas de control tanto para hoteles como para alojamientos turísticos". En este caso concreto, la cosa va mucho más allá: ACR desarrolla "redes antiokupación" en un intento por "dar tranquilidad a los propietarios".

Hay una última cosa, un tema que, pese a ser "importante", está "totalmente olvidado": la ciberseguridad. "Hemos creado unos sistemas para evitar que se produzcan ciberataques en el aparato que gestiona toda la domótica", exponía Castillo. La razón de ser de esto último es de lo más sencilla: "Si un ladrón tiene el control de la puerta de una vivienda, no hace falta que fuerce la cerradura; con que hackee un router, ya tiene acceso a toda la casa".

Hoy por hoy, ACR tiene en nómina a "un técnico superior que se encarga de dar forma a la parte ingeniería dentro de cada proyecto". También hay un departamento de marketing y, en breve, habrá otro de índole comercial. La mercantil está aún en fase de crecimiento, sí, pero Castillo ya tiene previsto "formar un equipo más o menos amplio". "Me gustaría tener en plantilla a entre siete y diez personas para poder cubrir más ámbitos", adelantaba el patrono.

La seriedad del proyecto rubricado por Alejandro es tal que la Junta de Andalucía cedió a este una oficina en el corazón del Parque Tecnológico de Málaga. A fecha de marzo de 2024, ACR tiene hasta página web oficial: https://acringenierias.com/acr/. También Instagram: https://www.instagram.com/acringenierias/.

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