Hipotéticamente al salir por las mañanas para ir a trabajar no pongo la lavadora, por si hipotéticamente hay cortes de agua, o como dice Yolanda Bel: menos fuerza en el suministro y acabe rompiendo el motor de mi electrodoméstico más currante.

Resulta que no tenemos contes por restricciones, como hipotéticamente auguraba el gerente de Acemsa sino cortes por averías, y es que siempre hay una avería en los barrios del extrarradio.

Nunca sabes si tendrás agua cuando llegas a casa, si te levantas en medio de la noche muchas veces te sorprende la ausencia de ella, vienes de la playa y puedes pasarte horas esperándola con la esperanza de que llegará tarde o temprano.

Nos la cobran a precio de oro, no el agua, la gestión de gestionarla mal y perderla en un 60% antes de llegar a los hogares. Nos ponen anuncios más o menos acertados sobre el agua, y la Consejera dice que los usuarios han malgastado el agua de las duchas de las playas… pero si no te dejan jugar con una pelota chiquita en la orilla… ¿cómo han consentido que laven ropa o los coches con el agua de todos? Si lo saben es que lo han visto y si lo han visto lo han permitido puesto que repercute tanto en las reservas que tenemos.

¿Y la desaladora? Porque cuando nos quedamos sin luz nos dicen que la desaladora tira de mucha energía…

Hablar de Acemsa me deprime, porque sé que los ceutíes, los mayores, la gente de los barrios cree que el agua es un regalo y no un derecho, nos vendieron el plan de 24 horas de agua como la salvación e hizo estallar la mayoría de las tuberías, pero la gente en general estaba contenta porque tenemos memoria colectiva de restricciones, y el hecho de llegar a las diez a casa abrir el grifo y ver el agua parece un milagro.

Nos subieron las tarifas, nos cobraron el alcantarillado y pasó a ser de un servicio de cobro por una sociedad municipal a ser un impuesto gestionado por la ciudad. Muy poca gente se quejó, tenemos agua, Juan Vivas nos trae agua y eso es mucho más de lo que otros han hecho.

Ahora Yolanda mira al cielo, esperando que septiembre le traiga el preciado maná que llene los pantanos, supongo que mientras ella mira al cielo Carolina, la Consejera de Bienestar Social se planteará que si llueve torrencialmente como el año pasado los locales de emergencia están llenos, sin haber solucionado aún la ubicación a las familias después de un año.

Así que no se muy bien si pedir que llueva o no a la Virgen de la Cueva.

Por lo pronto seguiré disfrutando de este septiembre en la playa el rato que pueda y esperaré que cuando llegue a casa haya agua para poder ducharme.

Todo desde un punto de vista hipotético, claro.