Hay sucesos que, para bien o para mal, nunca se olvidan. El de Julen Roselló, el pequeño que pereció en el interior de un pozo en el municipio malagueño de Totalán, es, por su trágico desenlace, uno de esos que no se borran ni con aguarrás. Bien lo sabe Ángel García Vidal, 'autor' del desesperado macrooperativo dispuesto en enero de 2019 para intentar dar rescate al menor en un inaccesible Cerro de la Corona que obligó a actuar a contrarreloj a todos cuantos arrimaron el hombro.

Vidal, de visita en Ceuta con motivo de la reciente Junta Rectora del Colegio de Ingenieros de Caminos de Andalucía, ha vuelto a relatar cómo vivió las casi dos semanas en las que las circunstancias sobrevenidas lo colocaron al pie del cañón de una adversidad de la que no se conocen precedentes. Curiosamente, pese a que su rostro acumula horas y horas de pantalla en todas las cadenas de televisión habidas y por haber, el experto solo despertó el interés de este medio durante su breve estancia en suelo caballa.

A 15 de marzo de 2023, casi cuatro años después de un angustioso episodio que mantuvo en vilo a toda España, la mirada de Ángel sigue desprendiendo cierto pesar. El único 'pecado' de este veterano ingeniero de caminos fue estar en el lugar y en el momento precisos. Dada su condición de representante provincial del referido organismo colegial, Vidal fue requerido para encabezar las arduas labores de salvamento.

"Soy ingeniero de caminos, sí, pero no me dedico al mundo de las emergencias", matizaba el especialista. Su sorpresiva involucración surge tras una inesperada llamada de la Guardia Civil. "¿Qué hacemos con esto?", le preguntó la Benemérita, visiblemente turbada.

"No tardé en subir hasta lo alto del cerro", revelaba Ángel. Lo primero que este vio nada más personarse en el lugar de los hechos fue "el drama de una familia rota". "Enseguida, me puse en contacto con varios de mis compañeros para buscar recursos y 'diseñar' la operación de rescate", explicaba.

La línea entre lo profesional y lo personal no tardó en diluirse. Según Vidal, "el trabajo se entremezclaba con el dolor". "No solo estaban desgarrados los padres del niño; también lo estábamos todos los que estuvimos allí, con ellos", confesaba el diplomado. "Era extremadamente difícil disociar la parte profesional de la humana", añadía.

Padre de cuatro hijos, Ángel no podía dejar de pensar en ellos. "¿Y si me hubiera tocado a mí?", se repetía a sí mismo. Pese al triste final, al ingeniero le queda el 'consuelo' de que José y Vicky pudieron recuperar el cuerpo de su infante. "Por lo menos, pudimos darles ese pequeño alivio", aseveraba.

El operativo requirió de todo tipo de medios: máquinas excavadoras, taladros, explosivos... Por razones obvias, el Cerro de la Corona no volvió a ser el mismo tras la titánica obra que allí se emprendió. Ángel, tampoco. Su languidez es la propia de un hombre que guarda un infausto recuerdo de todo lo acontecido. "Solo espero que no me vuelva a tocar vivir algo así nunca más", sentenciaba.