ÉXITO

Invinarte lo vuelve a hacer y triunfa rotundamente con su feria de vino y arte

Invinarte lo vuelve a hacer y triunfa rotundamente con su feria de vino y arte
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Una de las catas guiadas por los expertos.
Expositores, bodegueros y degustadores dan un sentido sobresaliente a la Feria a la que la reclaman con mayor frecuencia que los 6 años que han pasado desde la anterior

Miguel Romero está que no puede más a las cuatro de la tarde. Alrededor suya unas 400 personas agradecen sin decírselo sus desvelos de las últimas semanas. La cabeza visible de Algo Más Que Vinos confiesa que ha sufrido una especie de trastorno obsesivo en los últimos días que le ha quitado el sueño. “Me levantaba y miraba todas las aplicaciones de meteorología. Un día daba que hoy llovía y otro que no”. La IV edición de Invinarte, la feria que junta vino y arte ha vuelto a dejar a todo el mundo satisfecho, pero más aún, por cuarta vez ha subido el listón y ha dado ejemplo de lo que puede ofrecer Ceuta si se pone pasión. Junto a Romero, Keke Raggio (Invinarte) y la cocina del CAS.

Antonio Nieto, comercial de Cillar de Silos, una de las bodegas que ofrecían su caldo a probar a los asistentes se deshacía en elogios a la ciudad y a la Feria. Su diagnóstico era compartido por otro debutante, Íñigo Fernández, Venta la Ossa. Ambos destacaban el buen ambiente, la buena idea de juntar el arte con el vino y el entorno. Ambos acostumbrados a participar en eventos y ferias paseando su producto sonreían si se les preguntaba por el entorno. Una mesa junto al mar, el olor del mar flotando en el aire, la música, Pedro Orozco pintando en directo (un clásico)... y gente interesada en el vino. El director comercial de José Pariente, Fernando García, (Rueda, un blanco de los que entra solo), lo confirmaba. “A primera hora cuando había menos gente, los que han venido lo han hecho con mucho interés en saber qué probaban y eso reconforta”. Todos dispuestos a repetir si les vuelven a invitar.

Su labor era la de promoción, pero sin saberlo quizás, estaban siendo testigos de los potenciales que puede ofrecer la ciudad si se pone empeño. Entre los stands de arte y las mesas con vino, centenares de sospechosos habituales del vino lucían sonrisa, conversaban animadamente antes de bailar cuando la fiesta se desató con la música en directo, se lo pasaban realmente bien y reclamaban que Invinarte hubiera uno al mes.

Desde la tercera edición a esta cuarta han pasado 6 años exactos. Toni Pérez, Bodegas Gramona, es un clásico de la Feria, ha estado en las cuatro ediciones. “Eres casi de Ceuta ya, Toni”. “No sabes lo bien que sienta sentirte como en casa en una cosa de estas”, dice con su habitual buen humor. “No te pierdes una, ¿eh?”. “A mí si estos me tocan las palmas yo enseguida voy”. Toni tenía el listón muy alto, su última cata en Invinarte la ofreció en la Isla del Parque. En esta ocasión la organización ha premiado su fidelidad montándole la cata nada menos que en el barco turístico El Desnarigado, mientras atravesaba el foso. A Toni Pérez le queda ya sólo hacer una degustación en el helicóptero.

Bodegas Torres daba salida a uno de sus clásicos imperecederos, Viña Esmeralda. A su comercial no deja de sorprenderle la tendencia por los semisdulces y frisantes que observa últimamente, en especial en las bebedoras, “y luego se preocupan mucho por cuidarse, sabes, pero estos traen azúcar añadida”, confiesa entre risas y encantado.

A los artistas les va igual de bien, Tamara García tenía vendida media colección de lo que exponía cuando la gente aún estaba comiendo y un montón de encargos apalabrados. “La gente viene mira, se piensa que es sólo de decoración y luego ya le explicas que las bandejas tienen barniz especial y se pueden usar y les encanta la idea y se las llevan”.

Alberto Ramos, comisario de la muestra y mente inquieta ofrecía una muestra de lo más original, recopila postales antiguas de Marruecos que va buscando por los anticuarios, las digitaliza, las trata y las imprime directamente sobre las maderas que sirven para aprender caligrafía al otro lado de la frontera.

Keke Raggio, otra alma de la feria, este año ha dado el salto del vino al arte y ha mostrado en qué se entretuvo en la pandemia. Fue recogiendo maderas de pateras por la costa sobre las que después se entretenía pintando. 

Y como en cada Feria casi siempre se busca algo nuevo, que no todo sea vino, a la sobremesa han aparecido los de Yebala Koffie. Una empresa montada por cuatro amigos, “apasionados del café”, que tuesta en Granada, en un microtostador de 3 kilos, y vende de momento sólo en Ceuta. Un café exquisito, de nota 8 sobre 10, de cultivo sostenible, recogido a mano y de cuatro orígentes, Kenia, Colombia, Brasil y Etiopía. Un brevaje que cumple con lo que ellos piden “buen balanceo entre acidez y dulzura que no necesite de mucho azúcar ni mucha leche para no matar el sabor del café”. Se vende en Algo Más Que Vinos, Chocolat, y la Boutique del Jamón y se puede pedir en Happy Ceuta. Lo ofrecen en grano porque molido pierde más rápido sus propiedades.

Invinarte lo vuelve a hacer y triunfa rotundamente con su feria de vino y arte


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