La Navidad sería menos Navidad si no fuese por el turrón, las guirnaldas, los villancicos y los encuentros familiares; directamente, no existiría si no hubiese belenes (vivientes o estáticos, eso da igual). Bien lo sabe la Administración local. Como marca la tradición, tras casi veinte días del encendido del alumbrado ornamental, el Ayuntamiento se ha subido al carro de las recreaciones de la vida de Jesús de Nazaret inaugurando la suya propia.
No es submarina ni monumental; es una composición corriente y moliente, pero tampoco está nada mal. La misma ha quedado situada a las puertas del Palacio Autonómico; no dentro: fuera, en un stand techado y debidamente acordonado. Allí permanecerá -salvo imprevisto- hasta la víspera del Día de Reyes. Las obras que se están acometiendo en la entrada principal del consistorio han hecho de la reubicación un movimiento obligado.
Al igual que sucediera el pasado curso, el montaje y la distribución han corrido a cargo del célebre belenista Miguel Ángel Valdayo. La ambientación de este año ha tomado como referencia el antiguo Egipto. Dirás: "¿Y qué tiene que ver Jesús con la época de los faraones?". El Señor y su familia, querido lector, visitaron el vetusto país de las pirámides. Lo hicieron cuando Cristo no era más que un niño, en un desesperado intento por sortear los tentáculos del rey Herodes. Es una historia poco conocida, pero está ahí, en uno de los pasajes del Evangelio según San Mateo.
Si el escenario ya entra por el ojo, las figuras están a otro nivel. Todas ellas son obra del escultor Abel Ruiz. Según los datos que maneja el área que encabeza Pilar Orozco, algunas de las imágenes -las más importantes- superan los treinta centímetros de alto. Ahí es nada.
A diferencia de lo ocurrido en ejercicios anteriores, esta vez, la oposición -casi siempre encarnada por el Partido Socialista- ha optado por no concurrir a la cita. Aunque se desconocen los motivos que han propiciado la ausencia de Juan Gutiérrez y los suyos, todo apunta a que el cruce de declaraciones de este mismo 13 de diciembre está inequívocamente detrás del desplante.
Tras la ojeada de rigor de Vivas y su séquito, el vicario de la ciudad, Francisco Jesús Fernández Alcedo, ha rociado la obra con agua bendita y ha pedido a Dios por todo el pueblo caballa. "Te rogamos una Navidad llena de alegría", oraba en voz alta el clérigo.
El Coro de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío ha amenizado el encuentro haciendo aquello que mejor se le da: cantar. Los componentes que integraban la agrupación han sido los mismos que hace justo 365 días; todos, salvo uno: Eduardo Ayala. Dada su condición de asesor delegado de Cultura, al exhermano mayor de la Cofradía le ha tocado ver los toros desde la barrera.
Por fortuna para los presentes, la baja de Ayala como guitarrista no ha sido impedimento alguno para dar rienda suelta al cante. Javier Barceló y otros tantos 'artistas' han interpretado piezas tan conocidas como Por aquella ventana y Toca la zambomba mientras su público, dividido, contemplaba con detenimiento el belén de Egipto.