Se llama Estefanía Pérez Díaz, pero su masa de fans y sus compañeros de gremio la conocen como 'Ebhel'; puede que tú también. Lleva años viviendo en Marruecos, pero es caballa "de pura cepa". Hace ya mucho que logró hacerse hueco -merecidamente- en la salvaje y siempre cambiante industria musical. Hoy, 19 de diciembre de 2023, ha sentado las bases para llevar su carrera a otro nivel. Lo ha hecho presentando en sociedad su primer trabajo en solitario: Gallos de ciudad.

Es atrevida, descarada, talentosa. Es alegre, jovial, festiva. Tiene algo más que simple gancho; tiene talento para parar un tren. Su voz y su cautivadora forma de moverse sobre las tablas que pisa le han granjeado una fama que bien vale su peso en oro. Prueba de ello es que ha logrado llenar el Sarao hasta los topes. Entre semana. En diciembre. Por la noche. Con un frío que pelaba. Casi nada.

Ebhel es más que pura vivacidad. Quien ha tenido alguna vez la dicha de contemplar su puesta en escena en riguroso directo coincidirá de pleno con el que escribe estas modestas líneas. Aquellos que han decidido hacer lo propio este gélido martes han podido comprobar de primerísima mano que la ristra de halagos está lejos de ser gratuita.

Lo de que hacía frío tampoco iba de farol (de verdad que no). Poco antes de la puesta de sol, el viento y la humedad resultaban en un cóctel perfecto para quedarse en casa enrollado en una manta (o para darse al chocolate con churros; cuestión de preferencias). Pese a lo helado de la coyuntura, no han sido pocos los valientes que han tenido a bien arropar a la cantante en lo que, a la postre, se ha acabado convirtiendo en un evento de auténtico postín.

Los asistentes iban llegando a cuentagotas pasadas las siete en punto de la tarde. Para entonces, el escenario -el de ellos- estaba ya más que dispuesto: bebidas, frutos secos, gominolas, asientos, mesas, luces tenues... En definitiva, todo lo necesario para que el confort fuera absoluto. "¿Una foto para el periódico?", preguntaba servidor. "¡Claro!", saltaban cuales resortes todos, absolutamente todos los interpelados.

En su perfil oficial de Instagram, Estefanía no se define a sí misma como "artista", sino como "poco vergüencista". La autodescripción no puede ser más acertada, pero no es más que la punta del iceberg. La ceutí hacía su entrada en escena totalmente ajena a la vergüenza bien entrada la tarde-noche. Lo hacía bajo la atenta mirada de varias decenas de ansiosos espectadores. "He tenido que ir a buscarla a otro planeta", bromeaba Ismael Alí, uno de sus más leales compañeros de fatigas.

Todos la esperaban. Tras un par de alegatos y otras tantas reflexiones, Estefanía terminaba de enfundarse el mono de "poco vergüenzista" para dar a su público aquello que ni siquiera el clima ha podido tirar por tierra: un deslumbrante anticipo de Gallos de ciudad. Según el equipo de la artista, el disco en cuestión se presenta como "un viaje sonoro que captura la esencia vibrante y diversa de la vida urbana" (de nuevo, otra descripción acertada).

La primera de las dos canciones en sonar en los jardines era Adrenalina, un singular tema que comenzó a fraguarse cuando ese tal 'coronavirus' nos obligó a estar encerrados en casa durante dos largos meses. "Tengo a mi madre con Dios cuidándome con un ejército entero", reza su estribillo. Puedes escucharlo tu mismo haciendo click aquí; porque sí, está subido a YouTube; también a Spotify y a Apple Music.

Luego de un sonoro aplauso que denotaba que había (muchas) ganas de fiesta, Ebhel arrancaba con Habibi, la segunda melodía -por orden de adición- de ese álbum con el que aspira a "atraer nuevos admiradores". Por desgracia para quienes no han concurrido a la performance, la canción aún no ha sido lanzada. Tranquilidad: estará disponible en pocas semanas (si todo marcha según lo previsto, claro).

El apartado musical estaba llamado a ser el más importante de todos, el eje central de la ceremonia; no ha acabado siendo más que el aperitivo. Después de darlo todo en el escenario, Estefanía invitaba a los presentes a tomar asiento en un salón anexo para proyectarles el vídeo promocional de Gallos de ciudad. La pieza expone al detalle, entre otras cosas, el proceso de grabación y producción de la obra, enteramente concebida al otro lado de El Tarajal. "¿Por qué Marruecos?", cuestionaba una voz de fondo. "Porque nadie es profeta en su tierra", replicaba tajantemente la cantante (dentro del propio vídeo).

Prometía ser "una experiencia inolvidable". A todas luces, lo ha sido. Si lo de hoy no es ya parte indisoluble del imaginario caballa, que baje Dios y lo vea. Mejor aún: que pregunten a todos aquellos que han tomado parte en la presentación; seguro que hay pocas reseñas negativas.