Había ganas; se notaba; se palpaba en el ambiente; se sabía. Más que ganas, lo que había (lo que hay) es ilusión; ilusión por recibir la visita de esos Reyes que, gracias a su condición de Magos, saben sin margen de error si te has portado bien y si mereces o no esa lista de regalos que tan poco te ha costado redactar y que tantos meses llevas anhelando.

Para mayor gloria de los más pequeños de la casa, la cuenta atrás ha empezado: Sus Majestades ya han partido del lejano Oriente. Así lo ha confirmado este 3 de enero su más fiable emisario: el Heraldo Real. Por delante, aguarda a Melchor, Gaspar y Baltasar un largo trayecto de varios cientos de kilómetros. En camello. Cargados como mulas. Con un frío que bien podría ser importado de la tundra siberiana.

Si ayer fue el turno de los pajes, hoy, le ha tocado al mensajero oficial, aquel sobre el que siempre recae el gustoso cometido de anunciar que los Reyes volverán a visitar la ciudad autónoma en su extenso recorrido por toda la geografía nacional. Al igual que en anteriores ocasiones, el sistema elegido este 2024 por Festejos para dar a los menores ceutíes tan grata noticia se ha materializado en forma de pasacalles. Ojo: no a través de uno cualquiera; uno atravesado por la magia y la fantasía.

El cortejo partía de Echegaray pasadas las siete en punto de la tarde. El rugir de los tambores, no obstante, comenzaba a sonar bastante antes de iniciar la marcha. El conjunto lo encabezaba un grupo de músicos pertenecientes a la Banda de la Amargura, quienes, trompeta en mano, han amenizado el itinerario al ritmo de clásicos tan clásicos como Hola, don Pepito y Que viva España.

Inmediatamente detrás de la orquesta, había un abultado elenco de pajes cuyo principal cometido pasaba por dejar patentes sus dotes con el silbato. Entre pitido y pitido, también ha habido tiempo para repartir algún que otro obsequio, a saber: pegatinas, llaveros, relojes de pulsera, frascos de pompas de jabón... En definitiva: todo los complementos necesarios para garantizar que el divertimento fuera pleno.

No podía faltar el noble arte de la danza: algo más atrás, entre el equipo de 'pitadores' y la carroza en la que iba subido el protagonista de toda esta historia, ha quedado situada una agrupación de bailarinas de la Escuela que dirige María José Lesmes, cuya coordinada e hipnótica coreografía ha resultado en un espectáculo verdaderamente fastuoso; digno de ver.

En retaguardia -por fin- estaba el 'culpable' de que las calles estuvieran llenas hasta los topes. El Heraldo y dos de sus escuderos han recorrido el centro de la ciudad mientras lanzaban por la borda toda clase de caramelos y dulces, gesto que, a la postre, ha servido a la tríada para terminar de ganarse el favor de los niños y niñas.

Luego de sesenta largos minutos de reloj, la comitiva llegaba de forma escalonada a la plaza de África. Allí, esperaban impacientes varios miembros del Gobierno local y otros tantos representantes religiosos. Tras unos instantes de pausa que servían para que cada cosa (y cada actor) quedase colocada en su lugar, la ceremonia daba comienzo.

"Qué bien hacéis de antesala a la visita de Sus Majestades los Reyes Magos", gritaba a los cuatro vientos el hermano Mayor de la Hermandad del Rocío, José María Sánchez. "El Heraldo nos trae la gran noticia, nos anuncia la buena nueva, nos marca el final feliz de ese tiempo de expectación que confirma que la esperanza de los niños siempre resulta premiada", exponía.

Por fin, después de muchos, muchísimos adornos, llegaba el momento que todos estaban esperando, esas palabras mágicas que, cada curso, sirven para accionar la palanca de los deseos. "Salve, Ceuta", arrancaba el emisario de los de Oriente. "Quiero deciros a todos que los Reyes se acercan y que vienen cargados de regalos y de alegría", pronunciaba, desatando toda una ola de furor en la zona.

Lo tangible está siempre muy bien, pero, para el Heraldo, "lo verdaderamente importante de esta época es el amor, la amistad y la solidaridad", alegato que ha utilizado como pretexto para instar a la ciudadanía caballa a "estar con la familia, compartir momentos especial y recordar la importancia que tiene cuidar unos de otros". "Tratad a los demás como os gustaría ser tratados", concluía. Acto seguido, el mensajero recibía la llave de la ciudad de manos de Pilar Orozco. Finalizaba, así, el pregón anunciador.