Era lo que faltaba, lo que quedaba para que la Navidad fuese la Navidad que todos conocemos (y queremos): una zambombá. Ojo: no una bajo techo ni entre cuatro paredes; una al aire libre, al abrigo de una fogata que ya es marca de la casa cada vez que la Hermandad del Rocío se pone flamenca.

Como cada año durante el transcurso de estas mismas fechas, la céntrica plaza de España (Correos para ti, que has nacido aquí) ha sido testigo directo este frío 21 de diciembre de un evento musical de esos que tienen más que simple tirón. Prueba de ello ha sido la buena acogida; un nuevo éxito para la entidad que agrupa a los rocieros caballas.

Pasó lo mismo hace justo 365 días: el lleno era más que absoluto; no cabía ni un alfiler. El sobreaforo ha sido tal que hasta costaba sacarse el móvil del bolsillo para, simplemente, hacer una foto o grabar un vídeo con el que poder 'fardar' a posteriori en redes sociales o en cualquier grupo de WhatsApp: "Hey, he visto la zambombá del Rocío en primera fila".

Había ganas de jarana; se veía en las caras; se percibía en el ambiente. Estaba previsto que el show diera comienzo a las ocho en punto de la tarde. Al final, la cosa se ha acabado retrasando (pero solo momentáneamente). Tras unos instantes de quietud, la música comenzaba a sonar; las palmas, también.

A la guitarra, uno de los rostros más conocidos de la Cofradía (y de los últimos eventos navideños auspiciados por el área de Festejos): Javier Barceló. A la pandereta, el hermano mayor de la entidad, el orgulloso sucesor de Eduardo Ayala: José María Sánchez. Al cante, un buen puñado de hermanos. Así, la foto final ha quedado conformada por más de una veintena de personas. Casi nada.

Como era de esperar, los villancicos han sido la tónica del encuentro. Lo han sido, de hecho, durante un buen rato: cerca de una hora de reloj, ni más ni menos. Ni siquiera ese frío que parece importado de la mismísima tundra siberiana ha hecho decaer los ánimos de todos aquellos ceutíes de pro que querían espectáculo.