Había ganas y el cuerpo lo sabía. Más de siete años después de la que fuera su primera y única 'incursión' en suelo caballa, El Kanka ha vuelto a pisar la ciudad que lo vio presentar De pana y rubí cuando apenas acaparaba la mitad de la mitad de las miradas que hoy por hoy acumula en torno a su persona.

El cantautor malagueño ha regresado a Ceuta cual hijo pródigo para deleitar a propios y extraños con su particular rumba canalla. A diferencia de lo ocurrido aquel lejano 2016, Juan Gómez se ha desempeñado a lo grande este 6 de julio de 2023, desplegando su máxima esencia en unas Murallas Reales específicamente engalanadas para la ocasión y no en una sala de conciertos.

El recital arrancaba transcurridos escasos minutos de las diez y media de la noche. Por suerte para los presentes -músicos, espectadores y operarios-, la climatología acompañaba. Aunque momentáneamente, el calor daba algo de tregua; los agradables 24 grados Celsius que marcaba el termómetro resultaban en un ambiente indiscutiblemente propicio para la diversión.

Pese a que la amurallada Plaza de Armas presentaba algún que otro claro antes de que en ella resonaran los primeros compases de guitarra, el recinto se iba llenando a medida que los rezagados superaban los correspondientes controles de entrada. A ojo de buen cubero, el que escribe estas líneas diría que han sido más de 500 los ceutíes que han presenciado el espectáculo de cabo a rabo.

Tras una irrupción sin grandes dispendios, El Kanka abría la lata interpretando el primer sencillo de su último trabajo: Autorretrato. Los más atrevidos no dudaban en sumar sus voces a la de nuestro hoy protagonista nada más identificar el tema. Aquellos que, por contra, no conocían la letra con total rigor, optaban por contemplar sin más la brillante puesta en escena.

Cuatro minutos y varios exabruptos después, el artista, totalmente ajeno a la relativa baja concurrencia, se afanaba ante su entregado público cantando Por tu olor. El seguimiento era, por momentos, mayor. Cada vez, más y más valientes se desprendían de la timidez para poner sus brazos en alto y adherirse desacomplejadamente al directo.

Para quedarte era la tercera de las canciones en sonar en el lugar. El ritmo de los arpegios de guitarra bajaba notablemente; las pulsaciones, también. La acometividad de los acordes previos daba paso a una suerte de balada que hacía las delicias de los más románticos.

Así, entre rumbas, poemas y cantos a la vida, El Kanka lograba dejar su insondable huella en una Ceuta en la que su nombre y su magia permanecerán imborrables por siempre. Por siempre... o hasta que decida volver a visitarnos para seguir agrandando su leyenda viva. Una cosa está clara: venga más tarde o más temprano, el pueblo ceutí lo recibirá con los brazos abiertos.