A Lucrecia Díaz, fotógrafa colombiana -aunque nómada, pues ha vivido aquí y allá sin detenerse- le gusta la gente. Lo reconoce abiertamente. Cuando mira a quien posa a través de su objetivo lo despoja de todo lo accesorio para ver lo esencial: "La persona que hay detrás". Encuentra belleza y vocación. Le interesa especialmente la de servicio. No en vano, cuando se inició en el mundo del retrato, después de estudiar Relaciones Internacionales, su primer proyecto consistió en capturar bomberos y policías de su barrio. Dice "cerrar el círculo", quince años después, con la exposición que presenta en el Centro de Historia y Cultura Militar este viernes, a las 19.30 horas.

Invitada el pasado año a las conmemoraciones de La Legión, comentó a la Comandancia General de Ceuta (Comgeceu) la posibilidad de hacer retratos a los implicados. "Me dijeron que sí a todo e incluso me ampliaron la mirada incluyendo a músicos, cocineros, a los Regulares, Policía...", detalla la artista.

Los metió entre telas, con sus luces y trató entonces de "aislarlos de la institución", sacarles la esencia. Algo en ocasiones complejo, acostumbrada ella a fotografiar bailarines y artistas, "que son muy capaces de darlo todo en una toma, a mostrarse en un gesto y lo hacen muy fácil". Aquí, hubo un poco de todo, pero ahí reside también parte de la gracia del oficio: "Es el reto que tenemos porque algunos no tienen mucha idea de posar, aunque otros te dicen muchísimo".

Apasionada de su trabajo y del ser humano, asegura no acabar por caer nunca en la misantropía y pone como ejemplo al conocido retratista Platon Antoniou: "El hace a los grandes líderes del mundo. Ha sacado a Putin o Gadafi. Gente que para nosotros sería cuestionable, pero de la que el encuentra un gran retrato sin juzgarlos", resume Díaz.

Ella, feliz con el camino que ha tomado, mira al futuro teniendo claro que continuará aumentando su portafolio de bailarines y con un vistazo puesto en retratar tribus indígenas, algo que ya ha hecho con anterioridad en la selva colombiana. Lo suyo es permanecer activa, moverse, porque de ahí "surgen oportunidades", como la que le llegó de la mano de la Junta de Andalucía, que decidió que instantáneas de figuras de la danza en lugares turísticos podrían servir para atraer visitantes: "Como yo hacía este tipo de fotografía en España, pues me llamaron a mí, por eso es importante moverse y hacer cosas. Para los artistas no hay un sueldo, siempre tienes que estar inventando proyectos. Todo nos cuesta más porque la sociedad aún no está del todo decidida a apoyar el arte", apunta.

Lo último en su trayectoria la ha traído a Ceuta, una ciudad para la que no escatima en elogios, animando a quienes aún no la hayan descubierto, a empaparse de sus circunstancias geoestratégicas y de "lo que significa para España"