Porque a su hija le detectaron ELA y corre descalzo, porque el médico le mando hacer ejercicio, por vicio de competir o por el de la cerveza de después, porque la Policía Nacional cumple doscientos años o por querer llegar a cumplirlos. 5.500 motivos se reunieron en las Murallas Reales de Ceuta este sábado. 5.500 personas con sus respectivas razones para completar la VIII Cuna de la Legión, la más multitudinaria de todas, casi la Cuna del mogollón, aunque con una exquisita organización por parte de los militares. Un regalo para la ciudad autónoma, llena de vida desde ayer y taquicárdica desde primera hora de hoy.

Bajaban ya frente a la iglesia de Los Remedios unos jóvenes a las ocho de la mañana ansiosos por calentar: "Es lo importante, así luego haces lo que quieras". No venían de fiesta, hablaban de correr.

El goteo de participantes pasaba a convertirse en chorro en las proximidades de las Murallas Reales, que no veían a tanta gente desde la conquista portuguesa. En primera línea, las bicicletas, con Iván Sánchez a la cabeza. Miraba el joven al suelo, arriba, al lado, trataba de concentrarse y no tenía muchas ganas de hablar. Tras dos años sin correr por motivos personales solo pensaba en "darlo todo" y vaciar un zumo lupulado al acabar.

Menos en forma, a priori, parecía Enrique Fuentes, Roquetas de Mar, camionero. Lleva uno de basura por las noches y gestiona sus "diez tráiler de día". Se levanta cada día "a las ocho menos cuarto" y se acuesta "a las tres". Y aún así, allí estaba, con su bicicleta en medio del pelotón: "Mi familia me dice que pare ya, que tengo sesenta y dos años", bromeaba, como también con sus posibilidades de ganar: "Está difícil, con terminar y luego ver a mis buenas amistades aquí, que es por lo que vengo, me vale". 

En medio de la marabunta de runners encontraban los menos motivados una buena razón para echar patas, la presencia de la Policía Nacional, celebrando su bicentenario. "Un orgullo" pero también "un marrón", reconocía entre risas Pedro Ferrer, comisario jefe general de operaciones, que formaba parte del grupo de agentes invitado por la Legión para conmemorar la efeméride.

Claro, para hacer los veinte o cincuenta kilómetros según la modalidad, no le alcanzaba a Ferrer con lo corrido detrás de delincuentes. "Me he tenido que preparar algo más", comentaba sonriente el gaditano, que lleva dos años en Ceuta y no deja de maravillarse con el ambiente de la Cuna: "Esto es una cosa espectacular y la organización estupenda. La verdad que estoy muy contento en la ciudad", confesaba instantes antes de perseguir o, quien sabe, adelantar, al resto de valientes apuntados.

En el vagón de los modestos, los que tenían la intención de hacerla caminando, Melisa González presumía de camiseta pop-art. La del club solidario que fundó un amigo suyo de Mérida, la de "rollo desigual" y diseño sin igual.

Aunque para cuestión reivindicativa, la del algecireño Eduardo Almagro, que no puede evitar las lágrimas al explicar que corre descalzo, con su barba y gorro por las enfermedades raras y la Eclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Justo la que le detectaron tiempo atrás a su hija, que ahora tiene 27 años y es profesora de educación especial en Valencia: "Ha sido muy duro porque coincidió su diagnóstico con el de mi mujer, un cáncer", alcanzaba a relatar con la voz quebrada.

De esas lágrimas, Almagro, de 60 años, saca la fuerza y piensa en su pequeña, "una luchadora" como él. "Corro descalzo como símbolo de que las esperanza es lo último que se debe perder". Tras decirlo, suena por la megafonía 'I'll Survive' y el sol le pega en la cara, como una premonición.

Inigualable el amor paterno filial, que ejemplificaban en la salida los integrantes de la familia Baeza-Fernández junto a sus dos pequeñas de ocho y once años. "Nosotros hacemos los veinte kilómetros, ellos la de los niños y mientras se quedan con su abuela, para ir después todos de tapitas", contaban sobre un plan que sonaba tan cansado como fantástico, especialmente para las niñas, a las que, según sus padres "les gusta más un cachondeo que a un tonto una piruleta", lo que hace que no costara convencerlas de participar en la carrera.

Otro acostumbrado a pruebas deportivas en la salida era Manolo González, al que sus 73 años no frenaron para completar la última de las carreras militares que le quedaba por hacer en Ceuta. Corre él desde los 62, cuando "por circunstancias de la vida" no tuvo otra que "empezar a hacer deporte".

También habiá quien salía para poder comer bien luego, en concreto lo que le prepare su "madre". Era el caso de Javi Esqui, ceutí ya acostumbrado a la carrera, a la que solo ha faltado, "por lesión", en una de sus ocho ediciones. Luego, al acabar, si le dejan en casa, "igual se tercia salir de fiesta".

Ya sin tiempo para más, los 5.500 motivos salieron camino al Hacho, para decir allí ya "qué cansancio", pero acabar felices regresando a las Murallas Reales para aprovechar el resto del sábado con el objetivo cumplido.

Las clasificaciones

Héctor Guerra García se impuso en la carrera de 20 kilómetros de la categoría masculina, con un tiempo de dos horas y diecisiete minutos, por delante de Nicolás Mercader Arcos, con el que llegó al esprint final. En tercer lugar se clasificó José Manuel Palacios Muñoz.

En categoría femenina, también sobre el recorrido corto, la primera en alcanzar la meta fue Loli Blanco Encomienda, que completó el trazado en tres horas y treinta y ocho muinutos. Justo detrás de ella quedó Laura Oliva Román, mientras que Rocío Zaya García completó el podio.

El recorrido de cincuenta kilómetros tuvo como ganador en categoría masculina a Mohamed Abdeselam Mohamed, que cubrió la ruta en tres horas y veinticuatro minutos. Los otros dos puestos en el cajón los ocuparon José Ramón Ferrero Rodríguez y José Luis Rodríguez Roldán.

En MTB venció Hector Guerra García, con Nicolás Mercader Arcos en segundo puesto y José Manuel Palacios en el tercer lugar. Por su parte, en la carrera joven se impuso Zeid Ahmed Ahmed, seguido por Javier García Bohórquez y Miguel Segura Checa.