La otra crónica: los agujeros negros de Fitur

FITUR es como una página web. Uno puede en un pis pas pasar de Ceuta a Melilla, o afirmar sin miedo a equivocarse que Marruecos está ahí al lado. No. Ese no fue un buen ejemplo. Mejor decir que las Maldivas están ahí al lado sin errar demasiado. Lo único malo es que en lugar de desplazarse de un lado a otro a golpe de ratón se tiene que hacer a golpe de pie y claro, si a más de uno le salen cayos en la yema del dedo que maneja el ratón, imagínese en los pies.

El stand de Ceuta de estilo minimalista estaba ubicado frente por frente al de Melilla, quizás por eso luego muchos se piensan que Ceuta está al lado de Melilla también en la vida real, porque lo de FITUR hemos dicho ya que tiene más de virtual que otra cosa. Es decir que al menos en ese sentido estar en la Feria no sirve para desmentir lugares comunes y equivocados de muchos españolitos. Las dos Ciudades Autónomas estaban dentro del stand de Andalucía. Esto dicen que es bueno porque por el de Andalucía pasa mucha gente el fin de semana que es cuando se abre al público de a pie, vamos al turista, la Feria. El ejército de personas candidatas a conocer mundo y tener cayos en los pies que visitan FITUR de martes a viernes son profesionales. O eso dicen.

Pues lo que pudimos apreciar unos cuantos es que lo mejor para que la gente, al menos el público masculino, pase por el stand de Ceuta sería contratar a las azafatas de Córdoba. Con razón había hasta abogados por la feria, a más de uno la miradita y el recreo visual le puede costar el divorcio. Estar en frente de Melilla tiene el morbo de la comparación odiosa, siendo como son (o como eran para Vivas e Imbroda) ciudades hermanas con tantas similitudes. Y francamente el de Ceuta era más bonito, pero Melilla nos ganó por la mano. Lo fundamental en el turismo son los sentidos. Y uno muy importante es el del gusto. Melilla se llevó a Los Salazones para que pusiera el catering (y quizás por eso se gastó tres veces más, que decían las malas lenguas). Desde las doce y media no faltó la cerveza, el agua, la coca cola, la fanta, el vino, el jamón, las cigalas, las gambas, los langostinos, la langosta, las cañaillas y los canapés variados. A las cuatro de la tarde seguía saliendo marisco del bar en toda regla que era el stand de Melilla. Mientras, al otro lado de la calle, el stand de Ceuta moría de hambre. Todo el mundo intentaba sobornar a algún conocido con acceso al cuarto del refrigerio para que le sacara una cerveza, una rodajita de chorizo. Algo. Pero nada de nada. Después supimos que es porque todo era muy escaso. A las tres menos veinte, las 14.40 horas se empezó a servir bebida y comida. La barra parecía el Biutz en hora punta. A las 15.20 horas ya no quedaba cerveza. Apenas media hora después ya no quedaba bebida. Lo único que sobró, adivínenlo: La Guita.

Más comparaciones odiosas. Con Melilla, que con lo de Córdoba es imposible comparar. El famoseo que acudió a la caseta de Melilla era de tipo cultural, Raúl Sender. El de Ceuta deportivo, David Meca y gastronómico, Darío Barrio. Todos puestos por Chocrón. Es significativo en los tiempos que corren que Melilla apueste por un actor que representa la cultura y Ceuta por un cocinero, que también es cultura, pero que bien podría representar el paso previo a la cocina, el mercado. Ya saben por dónde voy, verdad. Y en cualquier caso y a pesar de la apuesta mientras en Ceuta se pasaba hambre a pesar de tanto mercado nuevo, en Melilla se ponían hasta las patas, nunca mejor dicho, porque todo eran bichos sacados imaginamos que de su mar.

Otros agujeros negros del stand de Ceuta se encontraban en las pantallas. En una de las que pasaban un vídeo de promoción turística salía aún el logotipo de años atrás que pregonaba una “Ceuta más cerca”. No había ningún logotipo de las Siete Esencias. Quizás sea porque hasta el museo que lleva ese nombre y está consagrado a contar esas Siete Esencias ceutíes está cerrado, dicen que por goteras. Una de las siete esencias de Ceuta y que también fue en otro tiempo estandarte turístico de la ciudad fue el de las cuatro culturas, renombrado en las esencias caballas como Ceuta, crisol de culturas. Pues, digo yo que aunque sólo fuera por darle un toque exótico aquello se podían haber llevado unos tés y unas pastas. Al menos se hubiera pasado menos hambre. O una degustación de comida hindú. O bailes o trajes típicos de las cuatro culturas o algo y no ese traje tan… tan, tan, que lucía una de las azafatas, y que en fin... Después de pasar por Córdoba, como que no. Ya nos entendemos, verdad.

No contentos con reducir el crisol de culturas a un nombre escrito en el techo, entre los pasquines con la imagen de la publicidad turística diseñada por el área del ayuntamiento, sólo se repartía el que hacía referencia a la Semana Santa. Vale, que es año importante, encuentro de hermandades y tal. Pero no sé yo si vender Semana Santa tan cerca del stand de Sevilla y del de Málaga será prudente. Quizás ellos no tengan tantas mezquitas o un templo hindú o una sinagoga, o no maten borregos una vez al año. Nosotros sí. ¡Pero Semana Santa! Por lo menos podían haber puesto una buena foto del Encuentro, ya puestos, que tampoco.

Más desmentidos culturales. Habían ubicado en un lugar muy poco accesible un mostrador digital por el que se podía navegar por la web ceuta.es en su apartado de turismo. Si a un visitante se le ocurre pinchar en su apartado de fiestas se encontrará con un texto que reza así: “Ceuta es una ciudad con numerosas fiestas de tradición y arraigo, de las que disfrutan todos los ceutíes y nuestros visitantes. Ser una ciudad pequeña, la hace más acogedora y entrañable durante sus fiestas, en las que participan pequeños y mayores, así como las demás culturas”. Traducido significa que es una ciudad eminentemente cristiana, a pesar de su crisol de culturas, digo yo. He deducido la cultura que no eran las demás, porque debajo resaltan hasta el corpus Christi y el Carmen, pero nada de Diwali ni de el Aid Quivir. A ver que se nos ocurre para el año que viene para seguir vendiendo Ceuta en la gran Feria del Turismo. Viva Córdoba.

La otra crónica: los agujeros negros de Fitur


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