Pedro Díez, el hombre que creo White Cirrus para mejorar la educación con inteligencia artificial
Pedro Díez de Tella durante su intervención en CETEC.  

Tras 24 años de investigación uniendo inteligencia artificial y neurociencia ha creado una especie de tutor virtual capaz de ayudar al profesor a guiar al alumno en las asignaturas problemáticas, ofreciéndole consejo y generándole tareas adaptadas a sus capacidades para facilitar su comprensión


La polémica saltó casi nada más lanzarse al público de masas Chat GPT, la primera inteligencia artificial abierta al uso cotidiano por cualquier que tuviera una conexión a internet, incluida la de los teléfonos. Enseguida surgieron las voces que avisaron del quebradero de cabeza que suponía la herramienta en cuestión para las aulas y la relación entre docentes y alumnado. ¿Cómo estar seguro que este trabajo lo ha hecho el alumno y no el humanoide GPT? Alertas por todos lados y la recurrente frase de en Sillicon Valley los hijos de los genios lo hacen todo con lápiz. Pero ahí está White Cirrus para decir que la inteligencia artificial no es más que otra herramienta creada por el hombre a disposición del hombre para mejorar la vida. Su fundador Pedro Díez de Mella lleva 24 años haciendo investigación para poder aplicar esta inteligencia artificial a la educación y lograr mejoras en el aprendizaje y en la enseñanza.

“Siempre y cuando tengamos una serie de parámetros claros con son la ética, la transparencia y la protección de datos, más en educación no universitaria porque estamos tratando con menores de edad, siempre que tengamos eso controlado y una política clara: la inteligencia artificial no es más que un boom de oportunidades. Es espectacular”, explica.

Y desliza otra idea, hay confusión entre la inteligencia artificial y los modelos de lenguaje largos como como chatgpt, “son generadores de ideas, no de contenido”, apunta.

En lo concreto, Díez empezó digitalizando colegios de la mano de Google allá por 2011 y 2012, “antes de ayer, pero en la prehistoria de todo esto”. Entonces se dio cuenta de una cosa, algo había cambiado en la educación con la digitalización. El alumno tipo se pasaba horas conectado con una cuenta del colegio a plataformas educativas, “como las que salvaron la educación en la pandemia”. Ahí había mucha información que bien aprovechada podía ser útil.

“Cuando un chaval está metido en internet haciendo cosas con su cuenta del colegio, qué es lo que está haciendo, cuándo se conecta, cuánto tiempo, cuántas interacciones tiene con otros alumnos para preguntar dudas sobre la materia, o con el profesor, cuánto tarda en resolver una tarea, cuántas veces entra en una tarea para resolverla”, señala.

Y todos esos datos recopilados y pasados por herramientas de big data acababan por arrojar cosas. “Las primeras, por las desviaciones estadísticas eran cuáles son los alumnos que iban a tener un problema en una asignatura, porque se salían del patrón. Pero no había una evidencia científica detrás”, señala.

Entonces llegó el momento de colaborar con una empresa dedicada a la neurociencia que tenía una investigación que calzaba a la perfección con los datos que empezaban a manejar en la empresa de Díez. Apareció la evidencia científica.

Y se dio el siguiente paso: “Empezamos a crear una especie de tutor virtual, una inteligencia artificial que lo que hace es sabiendo los contenidos que tiene que dar y los objetivos metodológicos que hay, va guiando o ayuda a guiar en el camino al alumno”.

Y ahí está el negocio. Su empresa es capaz de cargar el contenido a los motores que tiene ya creados en el idioma que sea para que ese tutor virtual ayude al alumno y le genere tareas. Y su monetización está en cobrar la licencia al colegio que la quiera usar.

Pero al menos en España, esto va a dos velocidades, la pública (más lenta) y la privada (más veloz). “Avanzan a ritmos distintos, la pública tarda mucho en tomar decisiones, después las toma y cuando pone el rodillo en marcha avanza, pero tarda mucho en tomar decisiones”, valora.

Díez que ha participado esta semana en el Ceuta Submmit Innovation (CETEC) que ha organizado la Cámara cree que Ceuta tiene una oportunidad para explotar como destino de empresas, pero él apuesta por el modelo estonio, no tanto crear un hub tecnológico sino un hub de inversión en el que se domicilien las empresas para aprovechar la fiscalidad sin que ello conlleve demasiado asentamiento por parte de la empresa.

Pedro Díez, el hombre que creo White Cirrus para mejorar la educación con inteligencia artificial


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